La Voz de Almeria

Opinión

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Toda España anda removida por la atroz noticia de la  muerte del expresidente  de Caja Madrid, Miguel   Blesa. Lo hemos ido sabiendo poco a poco,  a grandes sorbos amargos. Primero fue un tiro indiscriminado en el pecho, lo que nos encaminaba hacia la explicacion del suicidio. Finalmente, supimos la verdad sin más  adornos. 
El luctuoso relato lo completaba el ingeniero amigo de Blesa. Ambos amigos habían desayunado juntos. Con la excusa de cambiar el coche colocándolo en la sombra,  el banquero, se proveyó de su rifle personal, como si confiara solo en el suyo personal,  y se disparó un tiro en el pecho. Llama la atención el exquisito cuidado del presunto  suicida para que todos conocieran el teléfono de la esposa. 
Pasemos a las motivaciones del  suceso. Un sector de la prensa afirma hoy que la razón fue  el acoso que sufría. Otros señalan el desprecio de la gente hacia la corrupción. Y finalmente la labor investigadora de los medios de comunicación. De un tiempo a esta parte, de todo parece tener la culpa la prensa. Unas veces porque suceden las noticias y otras porque no suceden, el caso es echar la culpa a los profesionales del soplo. Y si nadie constatara la  verdad de la rumorología, ¿qué pasaría? Estaríamos dentro del paraíso soñado por Donald Trump. Donde nada es verdad ni mentira sino del cristal con que se mira. Pero hay mucho más. ¿“Quién puede juzgar a   una persona que llega con el rifle al hombre dispuesto a quitarse la vida?. Se ha dicho que Blesa igual de bueno era  antes que después. ¿Dónde se guisa ese veneno que nos prepara para el tiro en el pecho? De momento no sabemos si eres un suicida. Luego te lo confirman los tuyos pero ya no estás en este mundo. No es fácil encontrar la relación del hombre que se mata rodeado de dinero, de juventud y de posibilidades de triunfo. Algo se esconde bajo los rifles. Como dice un autor, “su violenta muerte añade dramatismo al  ocaso  de este inspector de Hacienda que tocó el cielo monetario y social al presidir la cuarta entidad monetaria durante 13 años para después caer en el mayor rechazo y desprecio ciudadano”.


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