Almería tiene una escena dulce cada vez más vibrante, y en ese mapa gastronómico hay un nombre que resuena con personalidad propia: Matalahúva Repostería, el proyecto artesanal, creativo y profundamente cercano que Beatriz González ha levantado —literalmente— desde cero. Una propuesta que comenzó como un hobby compartido en redes y que hoy es uno de los obradores más singulares de la provincia.

La joven, de 34 años y natural de Vícar, tuvo siempre la repostería como un hilo silencioso pero constante en su vida. Sin embargo, su camino no fue directo: pasó por Filología, por la cocina profesional y, finalmente, por ese momento revelador en el que descubrió que su ritmo, su creatividad y su sensibilidad estaban hechos para los postres. “La repostería me permite crear con calma y con detalle. Es donde encontré mi propio estilo”, cuenta.

De Instagram a un bonito obrador en Aguadulce

La historia de Matalahúva empieza en 2019 con algo tan íntimo como preparar tartas para las compañeras de trabajo. Aquellas elaboraciones, que compartía en Instagram casi a modo de diario dulce, fueron sumando seguidores. Durante la pandemia, cuando el mundo se ralentizó, la marca comenzó a cobrar forma gracias a una comunidad que crecía y pedía más.

En 2021, Beatriz abrió su primer obrador en Aguadulce: pequeño, discreto y pensado solo para encargos. Pero la demanda y la ilusión crecieron tan rápido que pronto aquel espacio se quedó corto. La mudanza a un local más amplio, ya con vitrina abierta al público, marcó un antes y un después.

Hoy, es un negocio familiar en el que su hermana Luci también participa. “A mis manos ya no les daba la vida… Luci llegó para sumar corazón y manos a este proyecto.”

Una repostería sin artificios

La filosofía de este negocio almeriense es clara: curiosidad, artesanía y sabor. No buscan recrear recetas tradicionales al pie de la letra, pero sí conectar con lo emocional, con esos sabores que te transportan a un recuerdo familiar… y al mismo tiempo te sorprenden. La idea no es complicar el dulce, sino elevarlo desde lo cercano.

En su obrador conviven la tarta de la abuela con cookies estilo americano, brownies intensos o sabores inspirados en viajes a lugares como Perú. “Todo lo que nos gusta, nos inspira o descubrimos puede convertirse en una receta”, explica Beatriz.

Cookies, cuchareables y el arte de crear sin parar

Si hay un producto que las defina son sus cookies, un repertorio que supera los 25 sabores y que se ha convertido en seña de identidad. También destacan sus cuchareables, vasitos individuales de postres cremosos que se disfrutan —como su nombre promete— a cucharadas. Son, confiesa su creadora, su debilidad personal.

El catálogo está vivo, cambia, se renueva y evoluciona. No hay una técnica secreta, sino una actitud: probar, equivocarse, volver a probar y no dejar de imaginar.

Pedidos, vitrina y experiencia del cliente

Aunque trabajan principalmente bajo encargo con dos días de antelación, su tienda —abierta de martes a sábado de 11:00 a 17:00— mantiene siempre una vitrina repleta de crookies, rollitos de canela, brownies, cookies y porciones variadas. Para los que improvisan, es un oasis dulce; para los previsores, su página web permite hacer pedidos de forma rápida y segura.

Este sistema online no solo facilita al cliente ver el catálogo completo desde casa, sino que garantiza que cada elaboración esté recién hecha y lista a la hora exacta de recogida. Una organización pensada para ofrecer comodidad y calidad.

Identidad almeriense y un proyecto que suma a la escena local

Aunque su estilo no responde a la pastelería de corte tradicional almeriense, Matalahúva sí está conectado emocionalmente con la provincia. “Aquí empezamos y aquí crecemos. Almería es nuestra comunidad y forma parte de quiénes somos”, afirma Beatriz.

Su aportación a la gastronomía local está en ampliar horizontes, ofrecer algo distinto y colaborar con proveedores de la zona. Una forma de sumar riqueza al tejido gastronómico.

Mirando al futuro: Navidad, nuevos sabores y crecimiento sostenible

El presente está marcado por la campaña navideña 2025, recién lanzada y recibida con mucho entusiasmo. Paralelamente, Beatriz y Luci continúan experimentando con nuevos sabores y formatos. Entre sus planes futuros no descartan incorporar alternativas adaptadas a necesidades alimentarias específicas.

Su prioridad, sin embargo, está clara: crecer sin perder la esencia. “Queremos mantener la cercanía, la creatividad y ese ritmo que nos permite cuidar cada detalle.”