"Era un buen periodista". Joaquín Amérigo in memoriam
Relato de una amistad entre compañeros que duró casi 40 años

Joaquín Amérigo, en el estudio de Canal Sur Radio.
“Era un buen periodista”. Aún conmocionado por la muerte de Joaquin Amérigo Segura (1963-2025), recibo a primera hora de la mañana de este martes en mi teléfono móvil un wasap de mi hermano Ramón preguntándome por el fallecimiento repentino del locutor de Canal Sur Radio. La frase me sirve para corroborar que el informador no solo era querido, apreciado y valorado entre la profesión.
Mi hermano era un fiel seguidor de sus retransmisiones de los partidos de la Unión Deportiva Almería cuando el equipo jugaba fuera de casa o de sus resúmenes en la tele pública andaluza. No llegaron a conocerse en persona. O quizá se cruzaron más de una vez por las calles de Carboneras, que en realidad era el segundo pueblo de Joaquín. Amérigo nunca renunció a sus raíces de Sorbas. En realidad, Sorbas y Carboneras formaban un mismo pueblo hasta hace dos siglos.
El destino quiso que nuestro último encuentro fuera precisamente en Carboneras. Fue hace apenas dos semanas y, como no podía ser de otra forma, nos vimos en la terraza del Chiringuito de Juan Mariano, donde fijó su retiro espiritual alejado de los goles de Sadiq, El Bilal Touré o Luis Suárez. O el último de Bonini que cantó el domingo pasado ante el Depor.
Joaquín era tan fiel que siempre se sentaba con María Pía Sáez Lozano en la misma mesa y era atendido por Mariana (ayer, su camarera favorita estaba entre los centenares de personas que fuimos a darle el último adiós en el Tanatorio de Huércal de Almería). Era tan fiel que siempre estaba en el mismo apartamento del Paseo Marítimo. Era tan fiel que siempre nos recordábamos los mismos chascarrillos de cuando compartimos Mesa de Redacción en ‘La Crónica’, ese periódico dirigido por Joaquín Abad y que nos hizo comprender también los riesgos que tiene el cuarto poder cuando no se ejerce con rigor.
Gracias a Sorbas y Carboneras, Joaquín y yo nos hicimos más que amigos y compañeros hace casi 40 años cuando forjamos nuestro destino periodístico en esas instalaciones en la calle Andalucía de Ciudad Jardín. Al periodista siempre le encasillaron en el ámbito deportivo, pero sus comienzos fueron como redactor de reportajes. Lo que entonces se decía que era un reportero, una de esas profesiones a las que vemos peligrar con tanta inteligencia artificial.
No ha pasado ni un día desde que Amérigo Segura, nacido en el muy noble pueblo de los chorreones y que cumpliría 62 años el próximo sábado, falta entre nosotros y ya le echamos de menos. Se dejaba querer por quienes siempre confiamos en él para conocer qué le pasaba en realidad al Almería en aquellas ocasiones en las que el sueño del ascenso a Primera se convertía, al final, en pesadilla.
En otras ocasiones pasó lo contrario. Con Unai Emery como entrenador, los rojiblancos llegaron hasta el cielo del fútbol español. Subimos a Primera. Lo festejamos con nuestro común amigo Miguel Naveros, futbolistas, familiares y directivos hasta que se nos hizo de día en la Rambla. Salimos de la fiesta con el sol ya radiante. “Lo mejor es que dentro de un rato empiezo con las conexiones en los boletines para que la alegría del ascenso mantenga alta la autoestima almeriense. Primero tendré que aclararme la voz”, vino a decir más o menos (hace de esto casi 20 años) tras tirar la boquilla de un Ducados.
Sin despedirse de los suyos se nos ha ido Joaquín Amérigo, de los también considerados periodista de pueblo. “Pipi, te paso una historia que acabo de ver en un digital y hemos dado en la radio”. Más o menos como nos pasó la noche del lunes. Contamos en La Voz de Almería, con la inmediatez que exige la edición digital, el fallecimiento repentino del locutor. Junto a él estaba su compañera María Pía. Aún era de noche cuando Javier Romero despertaba este martes desde el matinal de la Cadena SER a media ciudad con el sonido de Amérigo Segura resumiendo la última jornada del Almería en su emisora. De pronto recordé otra frase: “Los periodistas también lloran”.
Que la tierra te sea leve. Descansa en paz. Adiós Joaquín. Adiós “buen periodista”.