Miguel Álvarez García
A mi amigo Miguel Álvarez García
Francisco Ruiz Martínez
Seguirás por aquí. Es trabajoso desprenderse de la decencia que ha regido tu día a día, de la mesura en lo cotidiano que podía por quien no te conociera calificarse de lejanía. Enorme profesional, aunque reservado, pudoroso ante cualquier exhibición, con ansias del silencio que no te llegaba. Instruido sin academia, gran lector, observador en mis disquisiciones sobre pinceles o plumas, sobre fotogramas, escenaso discursos políticos, y siempre devolviendo respeto, sin discursos, pero siendo maestro en la ironía. El enorme dolor en tu cuerpo ha sido breve por ser alumno aventajado del otro, el del alma y las entrañas, que te abrió por tres veces. Ha muerto mi amigo Miguel y no puedo más que acudir a su semblante en mi memoria y esperar su leve sonrisa, y su fastidio por protagonizar estas palabras.