La Voz de Almeria

Obituarios

Antonio Villalba Pedrosa

“Tu sonrisa no se borra”

Juan Manuel Villalba González

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Querido papá: Tras el ocaso de una estrella, su resplandor perdura millones de años más, la eternidad. Cruzaste tu luz con la de mamá y tejísteis una gran tulipa resistente bajo la que prendísteis nueve luces más (tus hijos), hoy quince luceros más (tus nietos) iluminan tu recuerdo y crecen bajo tu obra. Te fuiste pronto, de sorpresa, viviste intensamente, amabas la vida, tus virtudes impregnaron nuestro comportamiento, y aún hoy tu ejemplo modela nuestro carácter. Pacífico y cariñoso, nunca deja de sorprenderme como no te alterabas con tantos hijos revoltosos a tu alrededor. Nunca escuchamos un exabrupto, ni un leve taco desde tu boca, ni un mal gesto, no conocías el enfado o no lo aprendiste de tu santa madre Dolores. Fuiste amable y servicial con los demás, pero más aún con nosotros, tus hijos y tu familia. Con la ingenuidad de un niño me resultaba extraña tu templanza, tu indisimulado amor por tu prole, tu facilidad innata para ponderar lo bueno de cada uno de nosotros. No teníamos defectos para ti. Tu amor y respeto por mamá fue la condición que te hizo ser aún más noble y grande para nosotros. Elegante, educado y respetuoso, no vislumbrabas enemistades, pero si alguna había, no otorgabas el gusto de distinguirla para diluir el agravio. Recuerdo con orgullo los comentarios de mis amigas: ¡Qué elegante es tu padre, que bien viste! Yo pensaba: es que lo que tiene lo luce con porte; eso sí, cuando comprabas cualquier prenda, no la guardabas, ese mismo día, la estrenabas. Era tu filosofía, vivir el presente. Tu conformismo con el dinero junto a tu sonrisa permanente fueron tu tarjeta de crédito para adquirir felicidad todos los días de tu vida. Eras diferente. Relativizar los problemas y quitarles importancia serenaban la convivencia. Recuerdo todos los finales de junio. al acabar el colegio, nos trasladabas en el grande y vetusto Mercedes 240 a nuestro “verano azul” de Águilas allá por los años 70 y 80. En un único viaje, seis hermanos en el asiento trasero, uno en el maletero y otro en brazos de mamá, delante. A veces, parábamos antes de los Lobos a coger algunas brevas que nos endulzaban el trayecto. Allí, en Águilas, permanecíamos tres meses tostándonos y bañándonos, ¡cómo disfrutábamos!, sin ostentaciones, pero nos sentíamos los dueños de aquel hermoso paraíso, la bahía que enmarcó nuestra infancia. No leía tebeos porque me resultaba fascinante rebuscar en los álbumes fotográficos y descubrir tu estancia, allá por los años 60, en Guinea Ecuatorial, con los negritos apilados junto a tí y cerca de los animales salvajes, fuiste mi héroe mientras me solazaba sentado en el suelo observando cada fotografía y recreando la película más aventurera en la vida de un niño con su padre en la selva. Intento, con retazos de mi memoria, describir como eras pero me resulta complicado transmitir, sin riesgo de caer en la fantasía, tu verdadera esencia; quien no te haya conocido pudiera pensar que soy un exagerado, amor de hijo, es difícil con mi léxico plasmar los importante e influyente que sigues siendo para todos nosotros. Para finalizar quiero contarte que siendo un católico practicante, allá en las antípodas australianas, en la ciudad de Perth, tu hija Isabel y sus familiares honraron tu memoria en su catedral en una ceremonia protestante, detalle que nos emocionó como no podíamos imaginar. Pasarán otros quince años y tu recuerdo nunca será en sepia ni descolorido, indeleble permanecerá con brillo en nuestra forma de ser y en nuestros genes. “Hay personas que brillan con luz propia y otras que reflejan la luz de los demás” Yo, pretendo reflejar tu luz para siempre. Te queremos b ¡Enhorabuena, Atlético!

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