No somos basura, aunque te moleste

Ser gay, lesbiana o trans no ha sido fácil para muchas personas

Cartel de Vox.
Cartel de Vox. La Voz
Juan Francisco Colomina
12:10 • 30 jun. 2023

Ser gay, lesbiana o trans no ha sido fácil para muchas personas. Se dice que España es una de las democracias más avanzadas en materia de igualdad y tolerancia, pero algo me dice que, o bien hemos crecido en una burbuja de irrealidad, o la realidad nos golpea con demasiado dureza. No voy a decir que hoy, en general, la vida es más difícil para las personas del colectivo LGTBI+ que hace dos o tres décadas, pero sí que estamos volviendo a ese año 2007 cuando una parte de este país, valentonada por la derecha política, mediática y religiosa, nos negaba el derecho al matrimonio o a tener una legislación que nos daba los mismos derechos y protecciones que a los demás.



Lamentablemente, en estos últimos días hemos tenido que soportar que la ultraderecha considere algo que tirar a una papelera a los que defendemos el amor libre y nos organizamos para defender esos derechos que nos igualan a los demás. Desde 2019 hasta hoy las denuncias de delitos de odio por orientación sexual e identidad de género ha aumentado un 68% en todos los ámbitos de nuestra sociedad, especialmente en la redes sociales, donde el anonimato ha dado alas de impunidad a quienes buscan hacer daño a través de la calumnia, el insulto y los ataques machistas y homófobos.



Y ya no es una amenaza, sino una realidad terrible que está consolidándose en las instituciones a través de discursos y acciones políticas que niegan la transexualidad y las identidades de género no normativas, llegando a cuestionar, incluso, la libertad de poder manifestarnos. La homosexualidad y la transexualidad ha existido siempre, unas veces bajo el manto de lo exótico y lo extravagante, y otras bajo el silencio culpable, pero han sido realidades perseguidas social y políticamente, como la Ley de Vagos y Maleantes de 1954, reformada ex profeso para castigar y “reconducir” las conductas “desviadas”, y la de Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social de 1970, germen de las protestas de Barcelona de 1977 y la celebración del primer Orgullo en Madrid en 1978.



Llegará el día que no haga falta celebrar ningún Orgullo ni reivindicar los derechos que nos igualan a los demás. Algunos nos quieren llevar a esa España de blanco y negro, la de la Yenka, dando pasos hacia adelante y hacia atrás. Tenemos que parar una ola que nos amenaza con arrastrarnos a todos a la intolerancia y la violencia social. Está en nuestras manos pararla en beneficio de la convivencia, la tolerancia y la propia democracia. Dar pasos atrás nos condena a todos y todas.







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