El chef almeriense que va de casa en casa cocinando platos de estrella Michelin
Manolo Sánchez Gutiérrez, cocinero privado y profesor a domicilio que transforma cocinas domésticas en restaurantes improvisados

Manolo Sánchez, chef almeriense a domicilio, y una de sus paellas
No hace falta subirse a un avión para descubrir el mundo. A veces, desde Almería, basta con abrir la puerta de casa y dejar que alguien convierta tu cocina en un escenario de aromas, colores y recuerdos. Un sushi tan delicado como un haiku. Un 'pad thai' que huele a Bangkok en plena noche. Unas lentejas que saben a infancia y mesa familiar. Eso es lo que ofrece un chef almeriense que ha cambiado los restaurantes por los hogares: llevar la alta cocina a domicilio, con la cercanía de lo íntimo y la calidad de un menú de estrella Michelin.
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Ese chef es Manolo Sánchez Gutiérrez. Un cocinero de Adra que ha decidido sacar la gastronomía de los locales para llevarla directamente a la gente. No hay manteles de hilo ni barras de bar: su escenario son cocinas domésticas y su público familias, parejas o grupos de amigos con ganas de aprender, probar y disfrutar. Él no se limita a cocinar. Diseña experiencias. Cada plato, cada clase, está pensado para emocionar, sorprender y quedarse en la memoria.
De los fogones al hogar
La carrera de Sánchez empezó como la de tantos: restaurantes, horarios interminables y la presión constante de la hostelería. Allí aprendió lo esencial: “La hostelería es muy sacrificada. Me enseñó constancia y lo que cuesta ganarse el dinero de verdad”, explica en una charla con LA VOZ. Pero sus primeras lecciones no fueron entre hornos industriales, sino en su propia casa. De niño se quedaba embobado viendo a su padre cocinar los fines de semana y allí descubrió que la cocina podía ser pasión y juego a la vez.
Con el tiempo entendió que la hostelería, por muy brillante que parezca desde fuera, a menudo apaga la creatividad. El ritmo frenético dejaba poco espacio para la conexión con la gente. Por eso, decidió dar un giro y sacar su trabajo. Nació así su proyecto como chef privado y profesor a domicilio: una fórmula más libre, más cercana y más humana.
Hoy combina ese trabajo con sus estudios de ciberseguridad en la Universidad Internacional de La Rioja. Un contraste curioso: de día enseña a cortar verduras o a preparar un sushi perfecto, y por la noche se sumerge en 'firewalls' y sistemas informáticos. Dos mundos distintos, pero con algo en común: la disciplina y la precisión que ha aprendido a llevar en la sangre.
Asia en el salón
Si algo distingue a este almeriense es su cocina asiática. Sopas tailandesas que despiertan con un toque picante. 'Pad thai' en el que cada sabor encuentra su equilibrio. Sushi preciso, delicado, casi ceremonial. Y postres exóticos que sorprenden a quienes buscan algo distinto. En Almería no abundan estas propuestas: “Aquí casi todo lo que conocemos son chinos occidentalizados”. Por eso, cuando alguien prueba la suya, la reacción siempre es la misma: sorpresa y entusiasmo.
Pero su pasaporte gastronómico no se detiene en Asia. También imparte talleres de cocina italiana, con pastas frescas y pizzas que huelen a tradición. Recupera la cocina de siempre, guisos y recetas familiares que vuelven a la mesa con un aire renovado. Y se atreve con la repostería, donde cada tarta, cada dulce, es una invitación a jugar con la creatividad. El objetivo siempre es el mismo: que quien cocina con él no solo aprenda, sino que disfrute, ría y se lleve una experiencia para repetir.

Tarta de queso elaborada por el chef Manolo Sánchez
Aprender lo esencial, disfrutar lo grande
Muchos de sus alumnos llegan sin apenas experiencia: “Hay alumnos que llegan sin saber cortar una verdura y eso me encanta. Lo importante es que se atrevan”. Le gusta empezar desde lo básico: enseñar a cortar una cebolla, a limpiar una verdura, a preparar un guiso sencillo. Poco a poco, los guía hacia recetas más elaboradas. Porque la cocina, insiste, no es un territorio reservado a expertos: cualquiera puede aprender si se atreve a probar.
Lo mejor llega al final. Ese momento en el que los alumnos prueban su plato y se sorprenden a sí mismos. Sonríen. Se enorgullecen. Descubren que han hecho algo que parecía imposible. Para él, ahí está la magia. No se trata solo de comer: se trata de vivir la experiencia de crear, compartir y disfrutar alrededor de la mesa.
La despensa de Almería como punto de partida
Aunque sus menús viajen por medio mundo, tiene claro que todo empieza en casa. Sus ingredientes nacen en los mercados de barrio, en las plazas llenas de vida y en los comercios de siempre. Verduras frescas. Pescados que llegan directos del puerto. Productos de temporada que garantizan calidad y cercanía: “Compro en mercados y plazas de Almería. Al final, el producto local marca la diferencia”.
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Ese equilibrio entre lo local y lo global es parte de su identidad. Técnicas internacionales con acento almeriense. Un ramen con alma mediterránea. Un sushi que lleva implícita la frescura de la costa. Así construye una cocina que mira lejos, pero que nunca olvida de dónde viene.

Manolo Sánchez Gutiérrez
Un futuro abierto
El presente de Sánchez está marcado por cenas privadas y clases a domicilio. La informática y la ciberseguridad también llaman a su puerta y, quizá, en el futuro acaben definiendo su rumbo: “Ahora disfruto mucho con esto. Lo mío es enseñar y cocinar, aunque el día de mañana quizá sea la informática la que me atrape”. Por ahora, prefiere vivir el día a día y disfrutar de un proyecto que le da libertad, creatividad y cercanía con la gente.
Mientras tanto, seguirá viajando de casa en casa, encendiendo fogones ajenos y convirtiendo cocinas domésticas en restaurantes improvisados. Lo suyo no son solo platos: son historias servidas en la mesa, recuerdos que se quedan en la memoria. Experiencias que, durante unas horas, hacen sentir que una cena cualquiera puede tener el brillo de una estrella Michelin.