De la innovación de Berja hasta las confiterías centenarias: Almería es tierra de chocolate
Por el Día Internacional del Chocolate, maestros que innovan desde el grano, pastelerías con historia y expertos reivindican el cacao como placer, cultura y bienestar en la provincia

Miguel Rodríguez, maestro chocolatero, junto a algunos de los productos de la empresa almeriense Chocolates La Virgitana
El pequeño Charlie Bucket soñaba con atravesar las puertas de la fábrica de Willy Wonka, donde los ríos eran de chocolate, el aire olía a cacao recién tostado y cada rincón escondía una sorpresa dulce. El mundo entero lo conoció gracias a la imaginación del escritor británico Roald Dahl y, desde entonces, muchos siguen fantaseando con encontrar un lugar así.
Cada 13 de septiembre, cuando se celebra el Día Internacional del Chocolate, ese viejo sueño vuelve a colarse en el calendario: cacao, dulces, recuerdos. Y, aunque parezca que solo existe en los libros, basta con mirar hacia Almería para descubrir que también aquí hay quienes han hecho del chocolate su propio universo: maestros que transforman higos de la Alpujarra en bombones brillantes, pasteleros que llevan más de un siglo horneando dulces bañados en chocolate, nutricionistas que defienden sus beneficios y psicólogos que explican por qué reconforta tanto una simple onza.
Agricultura2000
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Elena Ortuño
No hay billetes dorados ni ascensores de cristal como en la ficción, pero sí tabletas con naranja de Gádor, cremas de avellana con aceite de oliva virgen extra almeriense, merengues glaseados de chocolate o incluso patatas fritas con cacao. Un pequeño mapa de talleres, confiterías y voces expertas que están dando forma a la Almería más chocolatera. Un universo construido a mano, con el tiempo, la precisión y la paciencia que exige el verdadero chocolate artesanal.

Bombones de Chocolates La Virgitana
El dulce momento del chocolate
Lejos de ser un simple capricho, el chocolate vive en España un auténtico renacimiento. Las cifras hablan solas: en 2024 el consumo de cacao y chocolate alcanzó los 2.106 millones de euros, un 7,5 % más que el año anterior, según el Informe del Sector del Dulce elaborado por Produlce. Cada español gasta de media 44,9 euros al año y devora casi 5 kilos anuales, un apetito que no ha dejado de crecer en la última década.
Pero el cambio no está solo en cuánto se come, sino en cómo se hace. El consumidor ha pasado del chocolate con leche al negro intenso, con más cacao y menos azúcar, y busca productos saludables, sostenibles y de calidad. Se disparan las ventas de tabletas con más del 70 % de cacao, de variedades ecológicas, veganas o sin gluten, y de experiencias en torno al cacao: catas, talleres, visitas a obradores.
En medio de esta revolución del paladar, Almería —tierra de cítricos, aceite y hortalizas— empieza a trazar su propio hueco en el mundo del cacao, gracias a artesanos que trabajan desde el grano, a confiterías que reivindican su legado con una nueva mirada y a nutricionistas que abogan por sus beneficios.

Informe del Sector del Dulce
De la vanguardia a la tradición
En Berja, a los pies de la Alpujarra almeriense, Miguel Ángel Rodríguez, maestro chocolatero, decidió en 2013 que el chocolate podía ser mucho más que un dulce de supermercado. Así nació Chocolates La Virgitana, el primer obrador artesanal de la provincia desde el siglo XIX. “Siempre me ha apasionado la repostería y el cacao me fascinó por todo su proceso químico. Es como tener un pequeño laboratorio: pruebas, innovas, buscas el equilibrio perfecto”, cuenta para LA VOZ Miguel, formado en química y uno de los chocolateros más reconocidos a nivel provincial y nacional.
Desde 2015, cuando salieron al mercado con el impulso del Ayuntamiento de Berja, La Virgitana ha crecido hasta convertirse en un referente que trabaja directamente con cooperativas de productores de cacao en Costa Rica, Ghana o Papúa Nueva Guinea, pero sin perder el acento local: “Usamos materias primas de kilómetro cero: almendras de aquí, higos secos de la Alpujarra, naranja de Gádor, tomate cherry o aceite de oliva virgen extra. Eso nos hace únicos”, afirma.
Sus productos estrella van del cacao puro al 100 % a las tabletas con canela, miel y naranja o la crema de avellana con AOVE, sin faltar licencias creativas como peta zetas, tomate o quinoa. Además, defienden la filosofía 'bean to bar' —del haba a la tableta—: elaboran el chocolate desde el grano de cacao hasta el envasado, sin intermediarios, sin aditivos y con mimo. “Hemos sido pioneros en Almería y la gente lo valora: buscan productos artesanos y distintos, y eso nos ha hecho crecer casi un 300 %. Ahora soñamos con tener puntos propios de venta en otras ciudades, donde los clientes puedan conocer nuestra historia”, explica.

Elaboración casera de los bombones de higo en Chocolates La Virgitana
Mientras Miguel innova desde Berja, en el corazón de Almería capital el cacao también tiene nombre propio, aunque se escriba con la tinta de la memoria. La Dulce Alianza, fundada en 1888, es una institución por la que han pasado generaciones enteras para celebrar tardes de merienda. “Lo que nos mantiene vivos es lo clásico, lo que nunca falla, pero sin dejar de innovar”, cuenta Alejandro Cano, encargado. El chocolate ha sido siempre uno de sus pilares, sobre todo en elaboraciones icónicas como el croissant de chocolate, las palmeras o los chinitos con crema y cobertura de cacao. “Cada vez usamos más chocolate negro, de alrededor del 60 %. Hay modas —como ahora el pistacho—, pero el chocolate nunca pasa”, asegura.

La Dulce Alianza del Centro Comercial Torrecárdenas con su vitrina de pasteles
Y a apenas unas calles, el aroma vuelve a aparecer al cruzar las puertas de la Confitería Capri, donde el cacao lleva marcando el ritmo desde los años 40. “El chocolate está en el 70 % de nuestras elaboraciones: bombonería, bollería, tartas y usamos materia prima de mucha calidad”, explican David Amate y su hijo, José David Amate, corazón y pastelero del negocio familiar. Entre los favoritos de su clientela destacan los merengues glaseados, las medias lunas, los chinitos y los petisús de chocolate rellenos de crema. “El chocolate es casi oro, pero es preferible mantener la calidad. La gente lo aprecia”, afirman.

Vitrina de la Confitería Capri
Chocolate, nutrición y psicología
Además, el chocolate en Almería no solo está presente en el paladar, sino que también tiene su espacio en consulta. La doctora y dietista-nutricionista almeriense Carolina González recuerda que, más allá del sabor, el cacao posee un perfil nutricional sorprendente. “Nos gusta tanto porque estimula la liberación de serotonina, nos da placer y mejora el estado de ánimo. Además, contiene antioxidantes que ayudan a prevenir el envejecimiento celular y mejoran la salud cardiovascular”, explica.
Eso sí, advierte de que el placer debe ir de la mano de la moderación. “Si hablamos de chocolate negro al 70-80 %, puede tomarse un par de veces por semana en pequeñas cantidades. Si es chocolate más azucarado, mejor solo ocasionalmente. El problema no es el cacao, sino el exceso de azúcar”, señala. Para ella, la clave está en reeducar el paladar y cambiar la forma en que lo consumimos: “Hay que mirar el porcentaje de cacao y el tipo de azúcar, y practicar un consumo consciente: comer despacio, disfrutarlo, sin culpa, y priorizar calidad sobre cantidad”.
Ese vínculo entre el chocolate y el bienestar lo confirma también la psicóloga sanitaria María del Mar Jódar, experta en trastornos de la conducta alimentaria en el centro almeriense Trilum Psicología. “El chocolate activa circuitos cerebrales asociados a la felicidad. Por eso recurrimos a él cuando estamos tristes o estresados: buscamos ese chute de placer rápido”, explica.
Sin embargo, advierte, el problema aparece cuando se transforma en un alimento prohibido: “En muchos casos de trastornos alimentarios el chocolate se restringe y luego se come con culpa. Un consumo moderado y sin etiquetas negativas es incluso positivo: disfrutar un trozo de chocolate puede ser un gesto de autocuidado”. Y quizá ahí esté parte de su magia: el chocolate es capaz de cuidar el ánimo tanto como el paladar, y en Almería ha encontrado el terreno perfecto para hacerlo.

María del Mar Jódar
Un universo del cacao bajo el sol
De los higos con chocolate de la Alpujarra a las palmeras de las confiterías centenarias, pasando por la mirada de quienes estudian su efecto en el cuerpo y en la mente, el chocolate ha dejado de ser solo un capricho. Hoy en Almería es también cultura, salud, memoria y emoción.
Aquí, el cacao ya no se derrite solo en tabletas: se funde en historias. Porque el chocolate, cuando se mira de cerca, es un lenguaje. Uno hecho de paciencia, memoria, ciencia y emoción, que se habla con acento propio. Quizá no haya ríos de cacao ni billetes dorados escondidos en tabletas como los de Wonka, pero quienes han cruzado estas pequeñas fábricas y confiterías saben que aquí, en el rincón más soleado del mapa, el chocolate también tiene algo de magia.