Lo siento si se molesta Soriano pero el despido de Marcelino en el Villarreal debe de ser el comienzo de algo nuevo para el fútbol. Uno se empieza a cansar de todo el poder y la gloria de los equipos en manos de los entrenadores.

El técnico por naturaleza parece que lo sabe todo. Es dueño de todas las decisiones y firma lo que quiere. Vamos, todo lo que ustedes y yo no podemos hacer en nuestra empresa lo puede hacer un técnico: hasta enfrentarse a su propio jefe.

La palabra de los entrenadores es como algo sublime en lo técnico, en lo táctico, en los fichajes, en... nadie se atreve a discutir sus decisiones. Algunos hasta montan un andamio para ver el entrenamiento. Otros ni siquiera entrenan porque tienen para ello a sus ayudantes. Bendita profesión.

He llegado a pensar muchas veces que su figura traspasa la del presidente y los equipos son: El Barça de Luis Enrique, el Real Madrid de Zidane, el Atlético del Cholo y el Almería de Soriano.

Los clubes llevan el apellido del inquilino de los banquillos y se hacen intocables en el cargo. Solo los malos resultados pueden con ellos pero cuando van ganando: reyes del mambo.

Alfonso García siempre ha sabido mantener las distancias con el banquillo. Solo se le fue la mano un par de veces y supo rectificar. Los ve entrenar un ratillo y los ‘cala’, como decimos en Almería.

Hay que desmitificar la figura del entrenador. Marcelino García Toral es un empleado del club que le paga y como tal debe cumplir las órdenes de empresa. El Villarreal no estaba de acuerdo con él y le ha despedido.

Hoy que estamos ante las SAD más vale portarse bien que hay mucho entrenador parado y muchos jugadores sin equipo.

Yo veo a Soriano como un trabajador del Almería. Y a Luis Enrique como un currante del Barça. Ellos, como usted y yo, dependen de sus rendimientos en el trabajo. Y en todo trabajo manda el jefe.

Yo siempre he tenido jefes.

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