La Voz de Almeria

Tal como éramos

La Navidad en el colegio de Seises

Para entrar en la escuela había que tener entre siete y diez años y voz para da el ‘sol’ natural

Colegio de Seises en 1920, en una foto hecha en el claustro de La Catedral. Contaba la escuela con cuatro profesores que eran sacerdotes y con dos músicos militares.

Colegio de Seises en 1920, en una foto hecha en el claustro de La Catedral. Contaba la escuela con cuatro profesores que eran sacerdotes y con dos músicos militares.

Eduardo de Vicente
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El Jueves Santo de 1908 se cantó en La Catedral el miserere del Reverendo Padre Guzmán, de la Escolanía de Monserrat (Barcelona), a cinco voces y acompañado de violoncelos y contrabajos. La ceremonia fue presidida por el Obispo, don Vicente Casanova y Marzol, que once días antes se había incorporado al cargo procedente de Madrid.

Desde su llegada, el nuevo Obispo se había interesado por las inquietudes musicales de los sacerdotes almerienses. Lo primero que hizo, cuando en la tarde del 4 de abril de 1908 tomó posesión del Palacio, además de ordenar que se repartieran dos mil libras de pan entre los pobres de la ciudad, fue preguntar al deam, don Antonio Prieto Paupariñas, si existían buenos músicos en La Catedral y si contaban con un coro de niños cantores.

La música fue una de sus pasiones y la creación de un colegio de ‘pueri cantores’, su gran obsesión. Hasta ese momento, el coro de La Catedral funcionaba de forma desorganizada y según cuentan las investigadoras Cristina Bonillo y Albina Requena en su libro ‘Noticias y catálogo de música en el Archivo de la S. y A.I.C. de Almería’, la plaza de tiples-seises se cubría contratando niños a los que se les asignaba un sueldo mensual.

La idea del Obispo Marzol fue que La Catedral contara con su propia cantera de Seises, que no hubiera que alquilar voces ni contratar a tenores para los actos religiosos. Durante diez años estuvo gestando el proyecto hasta que en el curso 1918-1919 se puso en marcha una campaña por los colegios que controlaba la Iglesia para seleccionar a los niños con mejores voces. Para poder entrar a formar parte de tan escogido colegio había que cumplir dos requisitos fundamentales: tener entre siete y diez años de edad y poseer una voz suficiente para entonar la nota de ‘sol’ natural. Los escogidos no solo entrarían a formar parte del coro, sino que además recibirían gratis las enseñanzas de Primaria y Secundaria y clases de solfeo, canto, piano, violín y flauta.

El sábado uno de marzo de 1919 el Obispo cumplía uno de sus sueños inaugurando oficialmente el colegio de Seises, un aula en la parte lateral de La Catedral, junto al patio de la sacristía, con puerta principal a la calle del Cubo.

Al frente de la nueva institución puso al maestro de Capilla, don Manuel García Martínez, persona de gran talento musical y autor, entre otras composiciones, de la música del Himno a Almería, con letra del escritor Antonio Ledesma. Junto a don Antonio Prieto Paupariñas, fue el alma del proyecto y estuvo dirigiéndolo prácticamente hasta el día de su muerte, el uno de enero de 1929.

El aula se puso a funcionar con cincuenta alumnos. Cuatro sacerdotes se encargaban de las clases de Enseñanza Primaria y religión, a lo largo de la mañana, mientras que por la tarde los niños recibían una rigurosa instrucción en solfeo y canto, y aprendían a manejar instrumentos como la flauta, el violín, el piano y el violoncelo. Durante los primeros años de la escuela, las clases de violín corrieron a cargo del capitán músico don Ricardo Quiroga. Fue muy importante en los inicios la figura del seminarista José Sirvent Marín, encargado del colegio y mano derecha del Maestro de Capilla. Sirvent fue un segundo padre para los niños. Estuvo en la institución hasta 1921, cuando aquejado de una enfermedad pulmonar se marchó al seminario de Guadix a terminar sus estudios, buscando un clima más frío que le fuera beneficioso para su salud.

El colegio estuvo cerrado en los años de la guerra. En 1943, en el aula de los Seises instaló su taller el insigne maestro organista de origen belga don Pedro Ghys Guillermín. Allí trabajo el estaño y la madera para darle vida a los instrumentos musicales, convirtiendo la sagrada habitación en el estudio de un artista. De sus manos salieron las campanas que en 1944 coronaron las torres de La Catedral y la Iglesia de San Pedro.

A finales de los años cuarenta el Obispo Alfonso Ródenas García encargó al canónigo responsable del colegio de Seises, Dionisio Pérez Abellán, la labor de volver a ponerla en marcha. Aunque la institución no llegó a funcionar como en los primeros años después de su fundación, el coro de los Seises volvió a cantar en los años cincuenta, dirigido por el maestro de Capilla, don Vicente Martínez Martínez.

En Nochebuena, su actuación era un gran acontecimiento y el aforo de La Catedral se quedaba pequeño para admirar sus interpretaciones de villancicos y motetes, acompañados de músicos tan prestigiosos como Emilio y Paulino Laseduarte, José Barco, Juan Salazar, Francisco Cruz Oña y Gaspar Cirre.

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