Los letreros de la Puerta de Purchena
En los años sesenta se montaron dos grandes letreros en lo alto de las azoteas, el de Philips y el de la casa Askar

Letrero de Askas en el edificio que hacía esquina con el Paseo y con la calle Obispo Orberá, una avenida que entonces estaba cubierta de árboles.
En 1960 los comercios principales estaban en el centro de la ciudad. Uno podía empezar a ver escaparates en la calle de las Tiendas y seguir por la Puerta de Purchena y el Paseo sin un minuto de tregua. Hasta la calle Mariana, ahora medio vacía, estaba entonces sembrada de pequeños negocios que le aseguraban la vida constante hasta que se hacía de noche.
No habían llegado aún los supermercados y lo más parecido a un centro comercial era la tienda de Almacenes El Águila donde se mezclaban los tejidos y la ropa de confección con los juguetes de moda. Era la época dorada de La Giralda, de Tejidos Olga, de Calzados La Noche, de Muebles Vallejo, del Garaje Inglés, de Confecciones La Pajarita y la Africana, del Rinconcillo, de la Tienda de los Cuadros, de Almacenes San José, de Marín Rosa, de Bazar Almería, de la Ferretería La Llave y de Vulcano, de los hermanos Segura, de la tienda de la familia Crespo, que reinaba en la calle de las Tiendas convertida en uno de los establecimientos de referencia. En enero de 1960, Crespo tenía los mejores abrigos de pelo que llegaban a la ciudad, un lujo, ya que se vendían a setecientas pesetas. Entonces todavía se llevaban las gabardinas porque llovía varias veces al año y las americanas de pana y sport y las cazadoras y los chaquetones de cuero porque aún existía el invierno.
En 1960 el centro de Almería también estaba lleno de confiterías, cada una con su obrador, cada una con su personalidad, su sello y sus clientes. En aquel tiempo no teníamos tanta información como ahora y pensábamos que el azúcar era saludable, tanto que había madres que le daban a sus hijos terrones enteros de azúcar como si fueran caramelos.
El esplendor de la vida comercial parecía imparable. Nadie podía pensar que muchos de aquellos comercios que en 1960 eran máquinas de hacer dinero se vendrían abajo unas décadas después.
En aquellos días de esplendor fueron muchos los comerciantes que le dieron un toque de modernidad a sus tiendas colocando grandes letreros luminosos en las fachadas. Aquella revolución de la luz y la publicidad había comenzado a finales de los años cincuenta, cuando la casa ‘Febus’, que tenía una de las sedes principales en Granada, realizó una intensa campaña publicitaria para llenar el centro de Almería de anuncios luminosos. Su agente en nuestra ciudad, Francisco Ávila Ortiz, se encargó de promocionar la campaña logrando un éxito inesperado.
El primer rótulo moderno lo pusieron en el célebre kiosco Bonillo del entonces Paseo del Generalísimo, y le siguieron el de Óptica León, Calzados Plaza, Almacenes Segura, Pensión Andalucía, Óptica Troyano, Joyería Díaz... “Almería va adquiriendo de noche un empaque de gran capital con los nuevos anuncios luminosos que van colocándose en los establecimientos más importantes de nuestro comercio”, aseguraba un artículo del Yugo.
El boom de la luz y la moda de los llamativos letreros de colores que se encendían y se apagaban en las fachadas de las tiendas propició que en 1956 se creara en Almería la primera fábrica de rótulos luminosos autóctona. Nació con el nombre de Sur Neón y se estableció en un local de la calle de Trajano.
En los años sesenta se fueron generalizando los letreros y los carteles de reclamo de las fachadas. La empresa Instalux, de Eduardo Cueto Espinosa, sacó a la calle el eslogan: “La luz atrae, la luz vende” para llevar sus rótulos por los comercios del centro y por los pequeños negocios de barrio que fueron los últimos en engancharse al tren de la modernidad. En los boliches más modestos de nuestras calles más remotas empezamos a ver banderolas, plafones, grandes letras que se iluminaban de noche.
En la Puerta de Purchena, en la azotea del edificio de Vulcano, la casa Philips instaló un gigantesco letrero con el escudo de la marca que llamaba la atención a muchos metros de distancia, mientras que en la esquina sur, en la casa que separaba la calle Obispo Orberá del Paseo, los electrodomésticos Askar montaron otro anuncio luminoso en el ‘terrao’.