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Política

Adiós, Zapatero, adiós

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Nos falta aún perspectiva para poder enjuiciar, con un mínimo de conocimiento y algo de método, la trayectoria social y política del presidente Zapatero. Inesperadamente el perro de tres cabezas que durante siete años le ha estado vigilando sin quitar un ojo de encima, le desea ahora toda clase de venturas en su mudo retiro de León. Yo espero que el frente mediático de derechas, que no sabía escribir más que de él y que todos los días tenía el artículo hecho para tumbarlo, cambie de asunto a medida que vamos sabiendo que la crisis mundial no se engendró en la Moncloa. La crisis nos enseñó algunas cosas. Se le ha acusado a Zapatero, entre un montón de infundios, que no vio a tiempo la crisis; ahora lamentamos que tampoco la vieron los principales líderes de Europa y América, porque quien parte a la sazón el bacalao son los invisibles mercados electrónicos, no los políticos de provincia. Estoy pasmado de ver con qué presteza la oposición, siempre negada a colaborar, se adhirió fielmente a la reforma de la Constitución que estabiliza el techo del gasto y pone coto a los avances sociales. He aquí la enorme paradoja de un Gobierno socialista. Tener que llevar adelante un impuesto programa de derechas sin tocar las fuentes de financiación para la creación de empleo. Los cinco millones de parados disuadían a los amantes de izquierdas que no se tomaron la molestia de analizar el origen capitalista de la crisis. A los socialistas se les podrá acusar de despilfarro y hasta de hambruna heredada, pero, que yo sepa, ni Madox ni Leman Brother tenían carné del PSOE. El gran anacronismo europeo era ver a Zapatero, azotado por la crisis, salvando bancos y grandes empresas. Esto desde luego no se le ha explicado bien a la gente. Terminó la función. Quitada la causa, se quita la enfermedad. En adelante comprobaremos por vía de ejemplo si Zapatero encarnaba como el Cascamorras nacional todo los males de este país. En ningún momento quisiera disculpar al presidente de sus errores, faltaría más, pero es que no me cabe en la cabeza que un fenómeno tan complejo como una crisis planetaria sea obra de un hombre. A ese simplismo interesado llegó el PP para poderlo derrotar algún día.

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