Bajo el lema Día Mundial de Ana, David, José María y de todos aquellos que conviven con el Parkinson, las asociaciones de enfermos y también sus familiares han aprovechado la jornada de ayer para solicitar a las administraciones un diagnóstico temprano y definitivo que evite a quienes padecen esta enfermedad neurológico dar palos de ciego antes de saber qué padecen y cómo abordar una respuesta terapéutica. En Torrecárdenas, la Unidad de Gestión Clínica que dirige el neurólogo Pedro Serrano ha desarrollado varios estudios e investigaciones sobre métodos diagnósticos complementarios al puramente clínico.

Entre éstos, se encuentra la ecografía cerebral de sustancia negra y también la medicina nuclear, apunta Serrano, que reconoce la inexistencia de pruebas “mágicas” alejadas de una exploración clínica por parte de un especialista en Neurología. En Torrecárdenas se diagnostican una media de 120 casos nuevos de Parkinson al año. Y, si bien la prevalencia de esta patología se mantiene entre los 250 casos por cada cien mil habitantes (160.000 enfermos en España), Serrano entiende que irá en aumento debido al envejecimiento de la población.

Temblores característicos
La enfermedad de Parkinson se caracteriza fundamentalmente por síntomas motores, que pueden ser temblores de reposo (también pueden ser temblores asimétricos cuando la enfermedad es de origen idiopático), falta de movimiento espontáneo y también rigidez. Todos, síntomas discapacitantes puesto que provocan una marcha torpe y, en ocasiones, pérdida de reequilibración debido a la pérdida de reflejos posturales.

Si bien los síntomas más conocidos son los temblores, cada vez se habla más de síntomas no motores. Entre éstos, los relacionados con los sentidos. En muchos casos de Parkinson, se afecta de forma precoz el olfato, dice Serrano, que apunta también a trastornos de sueño. “Se trata de personas que se despiertan muy a menudo o que padecen lo que se conoce como síntoma de piernas inquietas. Además, entre otras cuestiones, se apunta a ciertos determinantes de personalidad. Se ha visto, por ejemplo, que quienes padecen Parkinson suelen ser escrupulosos y acostumbran a  mantener conceptos rígidos sobre la vida.

Hábitos protectores
Respecto a la prevención, el estilo de vida tendría que ver en el desarrollo de algunas enfermedades neurológicas. Una dieta sana, como la mediterránea, y la práctica habitual de ejercicio físico serían hábitos neuroprotectores, dice el responsable de la Unidad de Neurología de Torrecárdenas. Aún así, abría cierta predisposición genética y también conviene, dice, distinguir entre el Parkinson y los parkinsonismos, que son síntomas habituales de la enfermedad neurológica, pero asociados a otras cuestiones. Puede ser a otras enfermedades o a la toma de fármacos.