¿Por qué urge un cambio de estrategia comercial para el tomate almeriense?

Aumentar la producción no es rentable si el precio medio cae cada año


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Marco Rueda
10:44 • 12 mar. 2018

El sábado 3 de marzo se celebró en la Plaza Vieja almeriense el conocido como 'Día Mundial del Tomate', un acontecimiento que acerca al ciudadano almeriense al producto que, durante mucho tiempo, ha sido el santo y seña de la agricultura almeriense y dominante absoluto de los mercados europeos. Un dominio que, cada vez más, se encuentra en entredicho. 




Antes de comenzar a analizar la situación del tomate de Almería y su progresivo estancamiento comercial, hay que recordar que aún es el primer producto de la gama de frutas y hortalizas que se cultivan en Almería y la mayoría de las comercializadoras de referencia de la provincia tienen en el tomate su producto principal. 




No obstante, los datos recogidos año tras año muestran una clara pérdida del valor en el tomate que sale de Almería, una tendencia que parece ir consolidándose y que plantea algunos interrogantes al actual modelo de negocio de este producto. 




Desde varios frentes del sector de las frutas y hortalizas almeriense ya no se disimula una cierta preocupación ante este hecho: en los últimos diez años, el valor medio ha pasado de estar en los 60 céntimos por kilo a no superar los 53 en el ejercicio 2016/2017. Una depreciación más que considerable para las 837.679 toneladas de tomate que el año pasado salieron de Almería, la inmensa mayoría con destino a los países de la Unión Europea. 






La evolución 'a la baja' del precio del tomate es la consecuencia de una situación cambiante en el mercado. Cambian las pautas de consumo de las sociedades europeas avanzadas, donde el producto almeriense tiene su gran mercado. "No podemos pretender que este fenómeno no se está produciendo y cuanto antes nos adaptemos a esta realidad será mejor", opina el profesor y catedrático universitario Francisco Camacho. 




En el caso del tomate, este cambio de estrategia se antoja aún más necesario debido a las circunstancias que provocan que, año tras año, el volumen exportado sea menor. Lo explica el gerente de Coexphal, Luis Miguel Fernández: "a diferencia de casos como el pimiento o el pepino, que en los meses de invierno Almería apenas tiene competidores de otros países, la fuerte rivalidad por el mercado europeo del tomate estrecha cada vez más nuestra cuota de mercado".  




Esta competencia tiene nombres y apellidos: Marruecos. El país árabe pasó de exportar frutas y hortalizas por valor de 796 millones de euros en 2012 a subir hasta los 1.263 millones en el año 2015. Las cifras de Eurostat, procesadas por Fepex, indican que este aumento se encuentra dentro de una tendencia al alza de la importación de este tipo de alimentos procedentes de terceros países, entre los que se encuentran otros paises árabes como Turquía o Egipto.




Mientras que en el mercado europeo se estrecha, surgen cada vez más voces dentro del sector que reivindican un nuevo enfoque hacia la comercialización de este producto. "Existen dos tendencias que están configurando las nuevas preferencias del consumidor", asegura el gerente de Coexphal, Luis Miguel Fernández. "Por un lado, cada vez se demanda más producto ecológico y, por el otro, en Europa existe una mayor apreciación por el tomate de sabor". 


Nuevas estrategias 
Las comercializadoras almerienses parecen haber entendido el mensaje que les llega desde el otro extremo de la cadena alimentaria. La competencia de países como Marruecos y Turquía es feroz para los intereses de Almería, pues consiguen colocar un producto "de calidad aceptable" en el mercado con un precio menor. "La mano de obra tan barata, unido a que muchos propietarios de fincas pueden permitirse grandes inversiones en tecnología, les permite pactar convenios anuales con las distribuidoras a unos, digamos, 30 o 40 céntimos por kilogramo, algo impensable para la gran mayoría de las empresas de Almería", explica un directivo de una importante cooperativa 'tomatera' de la provincia. 


Por sus condiciones económicas y sociales, Almería no puede participar de ese abaratamiento de los productos 'commodities'. "Diferenciarse es obligatorio y, en la actualidad, el segmento del ecológico y la apuesta por las variedades de sabor son frentes interesantes, aunque no los únicos", destaca esta persona. 


Digitalización 
El trabajo en estas líneas -sabor y ecológico- requiere no obstante de importantes inversiones para modernizar las estructuras de producción. La introducción de tecnología en el invernadero que permita automatizar y sensorizar el cultivo es una de las opciones más interesantes que se abren en Almería, en parte gracias a proyectos como el Internet of Food and Farm


La digitalización no solo permite ya, para los agricultores que están utilizando sensores para manejar sus invernaderos, conseguir ahorros importantes en el uso del agua o energía, sino que sus utilidades van mucho mas allá. Una de ellas es la trazabilidad y la seguridad alimentaria; es decir, obtener información precisa de todo el recorrido de un producto para conocer si cumple o no los requisitos en materia de calidad e higiene, la cantidad exacta de residuos, el lugar en el que se ha producido, etc. 


En resumen, unos avances que permiten visualizar un futuro prometedor para la agricultura almeriense, pero que aún se encuentran en un estado primario de implantación en la agricultura intensiva del sureste español. 


 


Gráfico: Evolución del precio medio en el precio del tomate, pimiento, pepino y calabacín en las últimas diez campañas. Fuente: Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía.



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