Construido en 1945, aunque se terminaría en 1952, en medio de una economía deprimida propia de la posguerra, se alzó El Arteal, en el término municipal de Cuevas de Almanzora, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, aunque en su día llegara a tener escuela, viviendas, cantinas y hasta una capilla. 

Ahora, abandonado a su suerte, en su día fue un pujante poblado minero que llegó a acoger a unos 900 habitantes. Sin embargo, quedó deshabitado apenas seis años después de construirse. Pero, ¿cuál fue el origen de su rápido declive? Lo cierto es que hoy se levanta como un escenario fantasmagórico de ruinas, polvo y silencio al aire libre.

El Arteal, fruto del auge minero en Almería

Todo ello se debe gracias al despegue económico de la Sierra de Almagrera a mediados del siglo pasado, formada por una gran masa de pizarra, más o menos micáceos o arcillosos, atravesada por un cierto número de filones. No obstante, en anteriores civilizaciones ya había supuesto una fuente de yacimientos. 

Pero, a decir verdad, la riqueza fue breve. El agotamiento de los yacimientos y la crisis de la minería metálica a mediados del siglo XX dejaron al pueblo sin razón de ser. Poco a poco, los vecinos se marcharon en busca de trabajo y oportunidades, hasta que las casas quedaron vacías y las paredes comenzaron a derrumbarse.

No fue hasta principios del siglo XIX cuando un pequeño propietario, Miguel Soler Molina, inició una serie de prospecciones que permitieron en 1838 el hallazgo de un filón de plata en el Barranco del Jaroso. Este descubrimiento condujo a la creación de una compañía minera integrada por Soler y 38 amigos. 

El éxito de la empresa, ante la riqueza de los hallazgos posteriores, despertó una fiebre minera que se inició con la constitución en 1840 de la compañía de Observación, integrada por trece acciones de vecinos de Vera, Cuevas, Pulpí y Águilas (Murcia). 

Con el objetivo de reflotar la explotación de galena argentífera y otros minerales, que habían tenido una gran importancia durante el siglo anterior, la empresa recién creada, Minas de Almagrera, S.A., también cocida como MASA, construyó un poblado minero en 1952, equipado con viviendas modernas, escuela, iglesia, cuartel de Guardia Civil, hospital y dos cines, así como una panadería, un bar, un campo de fútbol, billar o salas de lectura. 

En total, el poblado contaba con una veintena de bloques de dos plantas y con un diseño moderno, que se traducían en más de 250 viviendas y de 900 habitantes que encontraban en el poblado todos los servicios básicos para no tener que desplazarse a otras localidades.

Recuperar el enclave como recurso turístico

Hoy, El Arteal es un símbolo del pasado industrial de la comarca, atrayendo a visitantes y fotógrafos que buscan capturar su atmósfera única. Incluso, ha sido usado por La Legión como campo de maniobras y tampoco faltan los que dan por verdaderas las leyendas de fenómenos paranormales que convierten a este pueblo fantasma en un lugar fascinante para explorar.