No son pocos los almerienses que alguna vez en su vida se han cruzado con esta joya arquitectónica neobarroca construida en el siglo XIX- entre 1925 y 1939- y diseñada por Guillermo Langle, ubicada en el popular barrio de La Molineta, esto es, la zona Norte de Almería. Es importante destacar su localización estratégica sobre las últimas estribaciones de la Sierra de Gádor, puesto que allí se encontraba un molino de viento que no evitó su destrucción a principios de la década de los 2000. 

En su momento, las élites agrícolas y burguesas invertían en casas de recreo, molinos, huertas y monumentales jardines que conectaban lo rural con lo urbano. Y es que, este cortijo-palacete de más puro regionalismo andaluz, está íntimamente ligado al canal de San Indalecio. Todo ello bajo una parcela de una superficie de 1.707 metros cuadrados junto a una edificabilidad, a día de hoy, de 1.366 metros cuadrados de techo.

Sin embargo, el tiempo y la modernización llevaron al abandono del Cortijo de los Arcos, dejando solo ruinas que cuentan una historia de un próspero centro agrícola que albergó a varias familias a lo largo de los años. Su nombre responde a sus característicos arcos que adornan la palaciega entrada principal, testigos de la vida rural que alguna vez rodearon su enorme parcela, aunque también se dice que los dueños originales se apedillaban Arcos.

Un testigo de la transformación de Almería

Lo cierto es que, a ojos del espectador, pudiera parecer un simple cortijo en medio de la capital, pero, en realidad, se trata de una finca agrícola de estilo burgués que mezcla lo funcional (almacenes, balsas, acequias y dependencia de aparceros) con lo ornamental.

Si por algo destaca es, sin lugar a dudas, por sus influencias barrocas con frontones curvos en su fachada, que visten junto a una romántica cornisa dorada, pero con la peculiaridad de que son reinterpretadlas con materiales locales, como es el uso de rejas, y un lenguaje simplificado con proporciones típicas del sur adaptado al entorno agrícola almeriense.

La torre con cubierta a cuatro aguas y el mirador acristalado bicolor se inscriben en esa moda de darle un toque distinguido a las construcciones rurales, que se cubre con teja al igual que la torre, otro elemento singular reseñable.

Ni que decir la importancia de la torre centenaria de un molino de viento, acompañada de dos balsas ahora convertidas en distal de pádel. En su momento, sirvieron para el riego de los terrenos que descienden hacia la rambla, tanto el jardín como los que fueron de huerta. 

Los propietarios piden un millón de euros

Más allá de su grandeza paisajística, rodeada en su momento por jardines, palmerales y huertos que rodeaban el amplio terreno, cabe tener en cuenta que el Cortijo Arcos se encuentra incluido con nivel 3 en el Catálogo de Edificios Protegidos del Ayuntamiento desde el año 2022. 

Esto quiere decir que su uso es un Suelo de Interés Público y Social privado, por lo que cualquier desarrollo que se haga en este espacio tendría que ser equipamiento y no podría contar con un desarrollo residencial habitual. 

La ficha del catálogo habla de una rehabilitación integral. A todo ello hay que sumarle que la vivienda en cuestión, al encontrarse protegida en nivel tres, tendría que mantenerse prácticamente en su totalidad: fachadas, torre, volumetría, mirador, rejas y vidrieras originales.