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El Papa León XIV y Almería: la huella de los agustinos en la Alpujarra

Una joya del barroco en la Alpujarra, el principal legado de los agustinos, la orden a la que pertenece el Papa León XIV

El Convento de los Agustinos en Huécija, huella almeriense de la orden a la que pertenece el Papa León XIV.

El Convento de los Agustinos en Huécija, huella almeriense de la orden a la que pertenece el Papa León XIV.

Álvaro Hernández
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León XIV es el primer Papa agustino, como Francisco fue el primer jesuita que llegó a ser la cabeza visible de la Iglesia. La orden, fundada en 1244, está presente en 50 países y cuenta con distintos conventos y centros educativos en España. ¿Y en Almería? ¿Qué huellas hay de los agustinos, la orden del Papa León XIV?

La respuesta corta es que, a día de hoy, no hay agustinos en la provincia de Almería. De lo contrario, cabe la posibilidad de que Robert Prevost, hoy León XIV, hubiera pasado por Almería en l años en los que ostentó el cargo de prior general de la Orden de San Agustín. No obstante, eso no quiere decir que Almería sea una tierra ajena a los agustinos: no solo estuvieron aquí, sino que vivieron en primera persona eventos históricos de mucha relevancia para la provincia de Almería. 

Un convento agustino en Almería

Para conocer las huellas de los agustinos en Almería hay que viajar hasta la Alpujarra. Allí, en el municipio de Huécija, fue fundado en 1511 el Convento de los Agustinos. ¿Su función? Principalmente, instruir en la doctrina cristiana a los moriscos que poblaban la zona.

A lo largo de su historia, el convento pasó por no pocas vicisitudes. Las más dramáticas y relevantes, precisamente, en su primer siglo de vida. Así, en 1522 un terremoto destruyó la iglesia y se construyó en el solar que dejó el pequeño convento en el que residían, habitualmente, seis religiosos agustinos.

No obstante, cuando tuvo lugar el más dramático de los hechos vividos en el Convento de los Agustinos de Huécija residían en él 13 religiosos. Fue en 1568 cuando, en plena rebelión de los moriscos, el edificio se convirtió en refugio para los agustinos y parte de la población de la zona. 

Tal y como cuenta fray Ricardo Paniagua, "el convento de los agustinos fue rodeado e incendiado por los moriscos, muriendo los agustinos y quienes se habían refugiado en él. Los cadáveres fueron quemados y casi destruidos, resultando muy difícil su identificación, ya que fueron arrojados a una alberca, donde estuvieron casi un mes, hasta que entraron las tropas reales".

"Terminada la guerra de las Alpujarras, el convento fue restaurado y la comunidad agustina volvió a Huécija", relata el agustino en la página web de la orden de la que es miembro León XIV. "Los agustinos volvieron a sus labores de confesión y predicación para los habitantes de la zona", narra. "Así transcurrieron los años hasta la Guerra de la Independencia, en la que la población fue ocupada por tropas francesas que saquearon el convento, además de expulsar a los religiosos, que pudieron volver en 1814", explica fray Ricardo Paniagua. 

Con la desamortización, el convento pasó a estar en manos del Estado y la iglesia pasó a ser parroquia del pueblo. A día de hoy, de aquel convento agustino tan solo queda, precisamente, la iglesia, que fue restaurada en los primeros 2000. 

Para entonces, paradójicamente, la parroquia estaba a cargo de otros agustinos: la Diócesis de Almería había encomendado a la comunidad de agustinos recoletos (una orden distinta a la del Papa León XIV) la tarea pastoral de varios municipios de la Alpujarra almeriense como Alhama de Almería. Ellos también terminaron dejando la provincia en 2013.

Antes, durante la Guerra Civil, la iglesia sufrió su último expolio: se destruyeron imágenes y se desmantelaron algunos elementos decorativos del templo. Y, por si fueran pocas todas las vicisitudes por las que pasó el Convento de los Agustinos de Huécija, también fue cárcel durante la Revolución de los Coloraos de 1824. 

La iglesia de los agustinos

La iglesia, a día de hoy, está considerada una joya del barroco. Se restauró entre 2006 y 2010, con unas obras cuyo coste fue asumido por la Junta de Andalucía. 

"En la iglesia, siguiendo los usos del barroco, en plenitud en ese momento, se construye la larga nave central y capillas laterales entre los contrafuertes. La cúpula resalta la importancia del altar mayor. La pobreza constructiva de las bóvedas de yeso se contrapone con la brillantez del ornamento y la presencia de imágenes de estética muy natural, cercanas al sentir del pueblo. De ahí la profusión de minuciosos detalles acompañados de teatralidad, dinamismo y grandeza, con el fin de deslumbrar y abrumar al espectador", explican desde la web de los agustinos recoletos, comunidad que gestionó el templo durante unos años. 

En la restauración se recuperó toda la decoración de la cúpula y de la capilla mayor. Destacan las pinturas de san Agustín, san Nicolás de Tolentino, santo Tomás de Villanueva y san Juan de Sahagún.

En su día, el Instituto de Estudios Almerienses editó un completo libro sobre el templo: “La iglesia del convento de los Agustinos de Huécija”, de los historiadores Alfonso Ruíz García y María Dolores Durán Díaz. Así es la huella de los agustinos, la orden del Papa León XIV, en la provincia de Almería.

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