Hay quién elige perderse en una playa desierta y relajarse tostándose al sol. Otros, en cambio, prefieren un lugar donde las temperaturas sean más suaves que en el tórrido mes de agosto almeriense; el norte de España, por ejemplo. Sin embargo, unos pocos hacen de sus vacaciones la aventura de sus vidas.

Este es el caso de un almeriense, José Cazorla. Montañero, alpinista, escalador o como se le quiera llamar, José emprendió el pasado 15 de julio el reto de coronar la cima más alta de la Unión Europea, el Mont Blanc.

Todo comenzó cuando el año pasado, por estas mismas fechas, Cazorla y el grupo que le acompaña realizaban una travesía por los Pirineos. Fue entonces cuando decidieron que su siguiente proyecto sería el de escalar el pico francés. El resto del equipo lo formaban: Jose Luis Torres, Eva Sola y  Quique Rodriguez de Granada, Angela Martínez de Campocámara (Granada)  y Paco Ruiz de Córdoba.

Peligros
A pesar de que la Tecnología y la seguridad permiten ya que el alpinismo esté al alcance de muchas más personas que antaño, aún sigue suponiendo un reto superar ciertas altitudes por los peligros que evidentemente entraña.

Los 4.810 metros de esta cota alpina encierran más dificultades de las que uno podría pensar en un principio. “Antes del viaje tuvimos que asistir a cursos especiales”, comenta José. “Hay que utilizar material especial como los piolets y técnicas que no habíamos realizado antes, como la de ir colgados en la ascensión”.

Y es que toda precaución es poca a la hora de encarar los dos días de subida y uno de bajada que se requieren para coronar el Mont Blanc. “Progresar en nieve siempre implica caídas, grietas, riesgo de avalancha, aunque la ruta sea segura”, afirma el almeriense.

Mala noticia
Para añadir una buena dosis más de emoción si cabía, la madrugada que el grupo comenzaba su ascensión recibieron la noticia de que un joven había fallecido escalando la montaña. La zona más peligrosa del trazado, el llamado ‘Paso de la bolera’, se cobró una nueva víctima apenas unas horas antes de que José Cazorla y sus compañeros pusieran el primer pie en la nieve del pico francés. “Es una zona donde son habituales los desprendimientos de rocas”, explica Cazorla que añade “al parecer, una piedra golpeó al montañero, que calló unos metros abajo y perdió la vida”. Además de las avalanchas y los desprendimientos, los expertos en alpinismo destacan otras complicaciones menos evidentes pero igual de peligrosas como el mal de altura: “Provoca grandes dolores de cabeza”, dice José, “Si te viene hay que darse la vuelta porque puede dejarte inconsciente en plena montaña”.

Próximos retos
Como es habitual en ellos, no habían todavía alcanzado la cima cuando ya empezaba el ‘run run’ de su próximo viaje. Ahora que han entrado en el mundillo de las grandes montañas, tras superar otras como el Mulhacén, quieren seguir experimentando durante sus vacaciones. “Estamos planeando ir a Marruecos”, cuenta. “También podríamos subir un poco más y superar la barrera de los 5.000 metros en el Ararat, en Turquía”. “Tiene una buena historia”, comenta “es la montaña donde, según cuenta la leyenda, se posó el Arca de Noé”; una bonita forma de comenzar una nueva aventura