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El Taller de Perceval: Histórico encuentro en Almería

Artistas que trabajaron con el maestro y descendientes de aquéllos se reunieron con motivo de la presencia de Alcaraz en Almería

Cincuenta años después se reencontraron tras el cierre  del taller. tyle>.apqj{position:ab

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Manuel Morales
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Con motivo de la estancia de Francisco Alcaraz en Almería -quien el pasado 17 de febrero inauguraba en la Diputación su antológica ‘Alcaraz, el mundo de un pintor, 1946-2014’-, María del Mar Perceval y su hijo Adán Javier Pérez de Perceval han querido reunir a aquellos integrantes del taller de Perceval que aún viven o a sus familiares, algo que no habían hecho desde el fallecimiento del maestro en 1985.

El encuentro, en una cafetería de la capital, resultó entrañable. Allí se reunieron con Emilio ‘El Moro’, Francisco Martín ‘Pescaílla’ y Alcaraz, entre recuerdos, añoranzas  y fotografías de la época pasaron el rato.


Historia del taller
Tras la Guerra Civil española, la mayoría de las iglesias de Almería y provincia, así como mucha imaginería, quedaron totalmente destruidas o  en grave deterioro.

Un joven artesano y tallista que se llamaba Jesús de Perceval, con un pequeño taller en la calle Eduardo Pérez, comenzó a recibir encargos a principios de la década de los años cuarenta para restaurar templos, realizar retablos, altares y demás.

Todo esto coincidió con su matrimonio, por lo que trasladó el taller al patio de su casa en calle Padre Gabriel Olivares, actualmente calle Jesús del Perceval, donde el maestro realizó toda su obra.

Su hija mayor, María del Mar Perceval, comenta que este taller abrió sus puertas en 1943. Entonces, el trabajo desbordaba al maestro y tuvo que empezar a incorporar tallistas y artesanos de la piedra. De los primeros en incoporarse al taller fueron dos tallistas de la madera de Granada, Manuel Rodríguez Molinero y ‘Llevin’.

Eran épocas de hambre y poco trabajo, por lo que se fueron incorporando jóvenes almerienses para ganarse unas pesetas y aprender a la vez un oficio, como fue el caso de Francisco Alcaraz.

Paulatinamente lo harían, entre otros hasta casi una veintena, José Beltrán ‘Felipe’, ya fallecido que estuvo representado ayer por su esposa, Josefa Martín, y su hija, Soledad Beltrán.

Por su parte Francisco Martín ‘Pescaílla’ dejó pronto el oficio porque había que ganar para comer y se pasó a la hostelería donde continúa actualmente.

Antonio López Díaz también fue un gran discípulo de Perceval, como pintor, escultor y demás, así como Diego Beltrán. Ambos no pudieron acudir al encuentro de ayer.

En 1948 se incorporó Emilio Lóez Úbeda, al que el maestro apodó como ‘El Moro’ al haber nacido en Argelia, tener el pelo rizado y la piel morena. Era el más joven pero aprendió bien el oficio y ha dejado su huella en muchos trabajos en toda la provincia.

Francisco Alcaraz dejó el taller en 1947, se fue a Madrid con una beca a estudiar Bellas Artes y tras su primera exposición en la capital saltó a París, con otra beca y de la mano del embajador francés de la época.

Durante su estancia en el taller trabajó en el camarín de la Virgen del Carmen de Pescadería, realizando las nubes que se encuentran a los pies de la Virgen.


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