La Voz de Almeria

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El ultimo indaliano vuelve a París

Francisco Alcaraz ha regresado a sus 91 años al Colegio de España

Francisco Alcaraz, a la izquierda de la imagen, en la inauguración de la exposición. Junto a él, el cónsul de España en París, los pintores Vicente F

Francisco Alcaraz, a la izquierda de la imagen, en la inauguración de la exposición. Junto a él, el cónsul de España en París, los pintores Vicente F

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Estos días, en el Colegio de España, de la ciudad universitaria de París, se rememora con una exposición de pintura la que celebraron en el año 1952 los 15 artistas residentes en aquel Colegio: Francisco Alcaraz, Marc Aleu, Francisco Farreras, Vicente Fillol, Josep Maria Garcia-Llort, Josep Lloveras, Jordi Mercadè, Federico Montañana, Xavier Oriach, August Puig, Juan Antonio Rodriguez-Roda, Lluís Trepat, Xavier Valls, Joan Vilacasas y Ricardo Zamorano. La muestra, que forma parte de los actos programados con motivo de la celebración del 30 aniversario de la reapertura del Colegio, fue inaugurada en París el pasado martes 10 de octubre y permanecerá abierta hasta el 29 de octubre.


En el acto de inauguración estuvo Francisco Alcaraz, el último pintor indaliano, que a sus 91 años viajó desde Garganta de los Montes, el pequeño pueblo de la sierra madrileña donde vive, hasta la ciudad de París en la que residió de 1950 a 1963. En la inauguración estuvieron también el valenciano Vicente Fillol y el catalán Xavier Oriach, así como familiares del resto de los artistas, entre los que se encontraba Manuel Valls, ex­ primer ministro francés, hijo del pintor Xavier Valls. Los artistas Trepat, Farreras y Zamorano no asistieron al acto por motivos de edad.


En el Madrid de posguerra el sueño de Alcaraz, como el de tantos otros, era viajar a París. Pero en esos años no era fácil salir de España, se necesitaba un visado y resultaba muy difícil conseguirlo. Nuestro pintor logra gracias a la intermediación de Eugenio d’Ors, y del embajador de Francia,  una beca del Gobierno francés. El Director del Instituto Francés en Madrid, Paul Guinard, firma el 25 de enero de 1950 el documento que acredita a Alcaraz como becario. Seguirán la misma estrategia los Institutos franceses de Barcelona y Valencia enviando a París a sus jóvenes artistas como becarios.


Cuando Alcaraz llega en 1950 a la capital francesa se encuentra una ciudad moderna y una sociedad muy distinta a la empobrecida y conservadora sociedad española. París es la ciudad del existencialismo y el jazz, las de los cafés y las conferencias en la Alliance Française, la de la vida bohemia y las visitas al Museo del Louvre. Muy pronto entabla amistad con los artistas españoles allí exiliados, aunque como él ha dicho no fue fácil ganarse su confianza. Tiene que renunciar, en 1951, a participar en la I Bienal Hispanoamericana de Arte que se celebra en Madrid, porque el grupo, con Picasso al frente, rechaza participar en la exposición como un gesto de repulsa a la Dictadura de Franco.


Trabajando en París
Cuando termina la beca, Alcaraz sobrevive haciendo marcos en importantes talleres de la capital francesa. Su formación como tallista y restaurador le permite trabajar y salir adelante en momentos verdaderamente difíciles. Sabemos que su mujer y sus dos hijos se reúnen con él en París, a finales de 1951, entonces fija su residencia en la rue Asseline, en el barrio de Montpàrnasse, aunque sigue frecuentando el Colegio de España. También es un asiduo de los cafés de la bohemia, sobre todo del restaurante de la Rue des Grans Agustins, propiedad de Arnau, un catalán francés, muy amigo de los pintores españoles. Alcaraz conoce allí a Picasso, Alberti, Dominguín, Jean Cocteau, María Casares, Pedro Flores y al malagueño Joaquín Peinado con quien mantendrá una relación que perdura a lo largo del tiempo.


En 1954, participa en la exposición colectiva que se celebra en L’art Pictural y también en la II Bienal Hispanoamericana de Arte, en la Habana, seguramente gracias a su amistad con Loló Soldevilla, que reside en el Colegio de Cuba, un lugar muy frecuentado por el almeriense. En aquella segunda Bienal participan también otros artistas exiliados en París como Oscar Domínguez, Grau Sala, María Girona y sus dos compañeros del Colegio de España, Xavier Oriach y Xavier Valls.
Alcaraz compagina, no sin dificultad, el trabajo y la pintura. Su obra es seleccionada en varios Salones de la “Jeune Peinture” en el Museo de Arte Moderno. Un importante coleccionista, Walter Chrysler Jr., propietario de la compañía Chrysler, le compra directamente en su estudio más de veinte cuadros. Al año siguiente, en la gran muestra de Homenaje de los artistas españoles al poeta Antonio Machado, el artista almeriense expone junto a Picasso, autor de la portada del catálogo, Bores, Clavé, Miró y su paisano Ginés Parra. Después de su exposición individual en la parisina Galería R.G. participa en la III Bienal Hispanoamericana de Arte que se celebra en Barcelona.


Retorno a España
En sus últimos años en Francia, Alcaraz trabaja como restaurador en los estudios de M. Jean Malesset viajando por todo el país. En 1963 decide regresar a España por motivos personales. Comienza entonces una nueva etapa de su vida en Madrid, en torno al Café Gijón, dedicándose profesionalmente a restaurar y a pintar, exponiendo regularmente en galerías españolas, él tan almeriense y al mismo tiempo tan afrancesado, un artista de la diáspora como lo fueron en su momento Federico Castellón y Ginés Parra. Y ya ven ustedes, 65 años después de aquella exposición en el Colegio de España, en París, Alcaraz vuelve como si tuviera poco más de 20 años a la ciudad que forjó definitivamente su personalidad.


Enhorabuena por ese merecido homenaje a nuestro último indaliano, y a todos aquellos artistas españoles que conquistaron en París mucho más que la libertad, el sueño de ser artistas.


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