Laia, una niña de Berja que tiene tan solo 10 años y a pesar de su corta edad se está enfrentando a la leucemia por segunda vez en su vida. Con 5 años, en 2020, le detetaron una leucemia linfoblástica aguada de alto riesgo que le obligó a pasar gran parte de sus días, y de los de sus padres, ingresada en el Hospital Universitario de Torrecárdenas.

Fue un año entero el que, a sus 5 años, se pasó ingresada en Torrecárdenas, donde sumaba más días que en su propia casa enfrentándose al tratamiento de quimioterapia con el que los oncólogos, y su familia, vivían pendientes de si la enfermedad remitía o no para poder hacerle un trasplante.

La leucemia llegó con 5 años

Y remitió la leucemia. Laia se quedó sin células cancerígenas y la alegría se apoderó de la pequeña virgitana y de su familia, quienes vieron la luz al final del túnel. Pero el dichoso túnel volvió a abrirse para ellos el pasado 24 de agosto, cuando durante un día de playa sus padres descubrieron que la pequeña tenía unos bultos sospechosos bajo la mandíbula.

Sin espera, acudieron al médico y se confirmaron los peores pronósticos. A pesar de que Laia cinco años antes había conseguido dejar su cuerpo sin células cancerígenas, estás habían vuelto. Le mandaron un tratamiento para hacer frente a los ganglios que le habían salido y que despertaron de nuevo la preocupación de sus padres, pero estos no desaparecieron.

El cáncer regresa

Entonces todo volvió a comenzar como cinco años atrás. A Laia la sometieron a una punción en las caderas para poder extraer médula el 15 de septiembre y un día después una llamada de la oncóloga del Hospital Materno Infantil de Torrecárdenas, en la capital almeriense, les dio la peor de las noticia. Las células cancerígenas habían vuelto. "Me llamó la oncóloga y me dijo que había de nuevo blastos en el cuerpo de nuestra hija y al día siguiente tuvimos que empezar de nuevo el tratamiento", explica Beatriz Monedero, la madre de la pequeña almeriense.

"Ahora, otra vez, nos dijeron que si su cuerpo no se quedaba a cero de células cancerígenas, sí o sí había que hacer un traspalante de médula y estamos buscando un donante que sea 100% compatible, porque tanto nosotros, sus padres, como su hermano, que tiene 15 años, somos compatibles al 50% y los médicos siempre prefieren una compatibilidad del 100%", detalla Beatriz.

Buscar un donante compatible

Y así se encuentran ahora la pequeña Laia y su familia, en busca de un donante de médula que le permita volver a estar libre de la enfermedad y vivir con tranquilidad. Pero el donante aún no llega, porque Laia sigue inmersa en nuevas sesiones de quimioterapia a la espera de que las células cancerígenas se reduzcan a cero en su cuerpo. "Ayer le hicieron otra punción a ver si estaba a 0, pero todavía no sabemos el resultado. Estamos a la espera", lamenta Beatriz.

Pero tienen claro que van a seguir dando voz para que aparezca un donante, no solo para su hija, sino para todos esos niños que lo necesitan. "La gente tiene muchas dudas sobre la donación de médula, quieren hacerla para Laia pero, salvo la familia, eso no se puede. Las donaciones se hacen para un banco de sangre y de ahí se buscan los donantes. Necesitamos que haya muchos más, no solo por mi hija, porque sino le sirve a ella, por lo menos que le sirva a otros niños", apunta la madre de la pequeña virgitana.

Y añade: "Que la gente no tenga miedo, porque ya no se hace una punción lumbar para los donantes. Ahora es como una simple extracción de sangre".

Cómo ser donante de médula

Mientras pide más donantes, y pasa más días en las habitaciones del Materno Infantil de Almería que en su casa de Berja, Beatriz no deja de luchar, más cuando ve de nuevo a su hija pasar lo que pasó con cinco años. "Se le ha caído a la pobre el pelito y han vuelto a salirle las llagas", lamenta Beatriz a la espera de que aparezca ese donante que de un vuelco a la vida de Laia para siempre y la pequeña de 10 años solo piense en jugar, en vivir y ser feliz sin la leucemia de por medio.

Para donar médula, como recoge la Fundación Josep Carreras contra la leucemia, en términos generales, puede ser donante de médula ósea toda persona sana desde los 18 años y hasta los 60 años, permitiendo su registro desde los 18 a los 40 años, siempre que no padezca ninguna enfermedad susceptible de ser trasmitida al receptor y que tampoco padezca ninguna enfermedad que pueda poner en peligro su vida por el hecho de la donación.

Para ser donante, explican desde la fundación, hay que inscribirse en esta página web y después descargarse el archivo de 'Consentimiento informado + Impreso de registro' y contactar con el centro de referencia más próximo a tu localidad y te dirán dónde tienes que ir y en qué horarios. En caso de resultar compatible, se someterá a una extracción de sangre.