En el momento cumbre del curso el Almería se queda sin olfato de gol
Como en la primera vuelta los almerienses no supieron parar a Rubén García

Juan Carlos Real salta en una jugada del partido ante Osasuna.
En el fútbol no se ganan ni se pierden los partido a los puntos. Las victorias se consiguen por fuera de combate como fruto de la calidad y la potencia de los puños del equipo que más veces es capaz de alcanzar al rival en su punto más vital que es la red de su portería por dentro. Viene ésto a cuento porque si el duelo del pasado sábado en el Mediterráneo se hubiera dilucidado a los puntos, es decir por los méritos exhibidos por ambos contrincantes, el veredicto hubiera sido de combate nulo y un punto para cada equipo.
Rubén García
Tal fue el equilibrio de fuerzas que reinó sobre el bien cuidado césped del Mediterráneo que ambos se repartieron los tiempos. El primero fue de color rojillo y el segundo rojiblanco. Los locales supieron contrarrestar la mayor calidad de los visitantes concediendo pocas oportunidades, todas ellas nacidas en las botas del exterior Rubén García, verdugo de los almerienses en los dos partidos, con la complicidad de Brandon emanadas de desajustes locales en la salida del balón.
Ocasiones y palos
El descanso le sentó de maravilla a los de Fran. En poco más de diez minutos gozaron de tres espléndidas oportunidades y metieron el miedo en el cuerpo a Osasuna. Pero lo peor estaba por llegar en forma de palos. El primero psicológico con el 0-1 y el segundo material con el remate a la madera de Álvaro y el posterior remate a las nubes de Corpas que pone de manifiesto que en el momento culminante del curso el equipo anda peleado con el gol. Está sufriendo una pájara en las cuestas más pronunciadas de la carrera que le devuelve a su realidad, es decir, a sumar 50 puntos.