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Manolo de la Poza: una vida entre majetes y mangurrinos

Que se entere el mundo entero quién era el que mandaba en LA VOZ DE ALMERÍA

Manolo de la Poza nos quería de verdad y su corazón era inmenso y cabíamos todos.

Manolo de la Poza nos quería de verdad y su corazón era inmenso y cabíamos todos.Helena Sánchez

Tony Fernández
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¿Usted quién es? “Yo soy el que manda y hasta las 12 no se sube a la redacción”. Me quedé helado. Yo que llegaba de salir por la radio y me mandaron a LA VOZ DE ALMERÍA para hablar con el director no pude tener peor estreno. Le dio la risilla y me echó la mano y sabía quien era porque le habían anunciado mi llegada. “Me llamo Manuel de la Poza, y Dueñas por mi santa madre”, me dijo y luego me llamó majete antes de mandarme con los mangurrinos de deportes. Un ángel del cielo. No tenía maldad para nada y se revestía de una coraza que se le caía por esa risilla de pícaro. Yo era muy joven y empezaba en el mundo de la comunicación en “Radio Trompeta”, me decía.

Nos vimos por última vez en un exterior de radio y me enteraba de su muerte por mi compañero Álvaro Hernández que sabía cuánto lo quería. La última vez que nos vimos nos abrazamos como niños y nos dimos un beso en la Plaza Manolo Escobar. Me llamaba majete y no mangurrino y ahora me doy cuenta del salto de calidad en su escala de valores. Manolo siempre decía a todo que “no” y era que “si”. Protestaba por todo y a todos. Nunca supo cuánto lo queríamos y sabía de todos nosotros. Nos conocía como el que conoce a un hijo. Siempre solo, pero acompañado de todos. Lo llevo en mi corazón qué alegría mi ascenso a majete después de toda una vida de mangurrino. Porque en la escala de valores de Manolo eras lo uno o lo otro y punto.

Manual del buen Majete

  1. Lo primero es tener "Tanta calidad en tan poco espacio"
  2. Ser buena gente porque "Aquí no hay más que mangurrinos"
  3. Siempre bien informados por "Radio Trompeta"
  4. Al llegar la Navidad "Pongo los 'mantecaos' y te los coméis aquí"
  5. Lo dice Manolo "De la Poza y Dueñas por mi Santa Madre"

Montserrat años 80

No era todavía director Pedro Manuel con el que coincidía en el Patio de Radiocadena y al final el director no vino a la cita, creo que era Carlos Santos. Había en el periódico personal encargado de ‘picar’ las noticias con la administración en la primera planta y la redacción en la segunda dividida por secciones. Deportes, estaba al entrar a mano derecha, el revelado de fotos y el water con vistas a las vías del tren. Yo era de los primeros en llegar porque iba muy pronto a la radio y de allí a LA VOZ. Manolo llegaba cargado de paquetes de correos y le ayudaba siempre. Mi Rover rojo tenía sitio reservado en el callejón donde aparcaban Paco y Pepa Iglesias, además de Joaquín Bretones. Manolo me daba compañía y se sentaba a mi lado y se dormía. No roncaba y si escuchaba ruido en las escaleras lo despertaba de golpe por si era uno de los jefes.

Llevaba puesta la camiseta de LA VOZ

No sabe José Luis Martínez el fichaje que hizo. Nadie miró tanto por su empresa como el Majete y se quedó con este mote de tanto repetirlo por la redacción. Un día le preguntaba de donde venía lo de Majete (yo ya lo sabía) y me metía un rollo sin precedentes: “En la vida hay mucho mangurrino pero también hay buena gente que son los majetes”. Esa era su filosofía pero se copió del editor al que conocí en la caseta de Feria de LA VOZ y me llamó Majete. Tenía las llaves del periódico y sabía todos los secretos, pero era una persona íntegra y no iba chismorreando de nada ni de nadie. Lo suyo era escuchar y callar: llevaba la camiseta de LA VOZ las 24 horas.

La gustaba pegar una cabezada a mi lado y lo despertaba si venía alguien.

La gustaba pegar una cabezada a mi lado y lo despertaba si venía alguien.La Voz

Se lo rifaban en las cenas de empresa

La mejor versión del Majete siempre estaba por llegar pero en las cenas de empresa daba rienda suelta a su infinito cariño a todos nosotros. Los de Deportes le dábamos caña y le decíamos: “no empieces a hacer la pelota y te sientas con nosotros y nada de jefazos”. Le daba la risilla y no probaba bocado porque antes de que director y editor recorrieran las mesas, Manolo había hecho vuelta rápida y visitando todas, porque sabía que se lo rifaban por su inmenso cariño. Nos reíamos mucho y él más, porque nos quería como a sus hijos. Lo suyo era de verdad para lo bueno y para lo malo y se le notaba. Durmiendo junto a mi mesa era un ángel del cielo.

Mangurrinos los de deportes

Yo era el último en llegar a la sección y me cogió cariño. Se llevaba bien con Juanjo Moreno, Eduardo y Miguel del Pino y su inseparable Ambrosio Sánchez. Todos formamos parte de esa sección de mangurrinos donde encontraba la felicidad. Le decía a Juanjo: “Cómo va el de radio Trompeta, no te fíes que me habla mal de tí”. Luego se venía a mi mesa y me daba un ‘chillaico’ decía: un abrazo de cariño para los más jóvenes. Daba gusto verlo pasear por una redacción a pleno rendimiento entre las Hispano Olivetti y los nuevos ordenadores. Manolo era el jefe en toda regla y mandaba e imponía su ley: siempre en broma.

En la caseta de LA VOZ DE ALMERÍA se sentía como una estrella.

En la caseta de LA VOZ DE ALMERÍA se sentía como una estrella.La Voz

Majetes los de la redacción

Tenía sus preferidos en todas las secciones de LA VOZ desde los talleres hasta la dirección. Se comunicaba bien con todos pero con algunos saltaban chispas de alegría. Recuerdo lo que quería a Diego Martínez, Luis Vera, Antonio Lao, Antonio Hermosa y a Elisa Beni que acababa de aterrizar, y Antonia Sánchez o Pepa Lázaro, la mujer de Simón Ruiz. Eran sus preferidos del todo que formaban parte de su selección de Majetes que las noches de Feria gozaban del privilegio de posar con Manolo, porque con los de Deportes nunca quería salir. A la pregunta obligada me respondía: “Vosotros sois mangurrinos y ellos los majetes”: como siempre. Ah, “Y pongo los mantecaos para que no os los llevéis a vuestra casa”, sentenciaba. Lo controlaba todo.

Manolo no renunciaba a una foto pero no posaba con todo el mundo.

Manolo no renunciaba a una foto pero no posaba con todo el mundo.La Voz

Aquella última vez

Cuando se jubiló estuvo días o semanas que venía por la nueva redacción ya en el edificio Laura. No le fue fácil dejar a su familia de LA VOZ ni a nosotros asimilar su marcha porque formaba parte de nuestras vidas. Se fue despegando por eso que se llama ley de vida y un día nos encontramos en el Zapillo en un exterior de radio. Nos abrazamos y nos besamos como hermanos. Quedamos para echar una ‘caña’, pero sabía que no iba a ir porque no soporto bien el alcohol y en jornada laboral ni se me ocurre. Estaba bien y feliz de volver a conectar con su pasado. No cabía “tanta calidad en tan poco espacio”, otro de sus chascarrillos, porque si nadie los invento, los hacía don Manuel de la Poza y Dueñas por su santa madre alias El Majete.

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