La Voz de Almeria

Entrevistas

Giacomo Muscolino, tatuador microrealista: “No quiero adaptarme. Quiero reconocerme”

El artista italiano afincado en Almería reflexiona sobre el arte, la crisis creativa y el tatuaje como resistencia

Giacomo Muscolino

Giacomo MuscolinoLa Voz

Melanie Lupiáñez
Publicado por

Creado:

Actualizado:

En:

Durante un atardecer de otoño en el Café París del paseo marítimo de Almería el artista Giacomo Muscolino (Mecina, 1980) habla con calma, con un acento que viaja entre Italia y Andalucía, y cada frase parece venir de un lugar que ha sido pensado durante mucho tiempo. Entre el arte y la filosofía destila su oficio suena más a un filósofo que a alguien que dibuja sobre la piel. Su formación en Bellas Artes en Calaria lo llevó a una vida bohemia en París y Londres, finalmente ha encontrada Almería como su incubadora y el tatuaje como medio.

¿Tienes una conciencia fuerte de lo que quieres expresar, de cómo quieres contribuir al mundo a través del arte?

Creo que sí, pero no en el sentido clásico. Lo que más me duele del tiempo en el que vivimos es esa falsa libertad que todos repetimos sin entenderla. Vivimos en un sistema de supercapitalismo que necesita consumidores, no personas. Si cada uno pensara de verdad, el sistema se rompería. Por eso se optimiza al consumidor: debe ser plano, fácil, replicable. Así se crean productos que puedan venderse a todos.

¿Sucede eso también en el mundo del tatuaje?

Claro. El tatuaje se ha convertido en un producto más. Se copian diseños, se fabrican modas. Cuando algo se pone de moda —una telaraña, un tigre con ojos azules, una calavera— todos lo quieren igual. Eso no tiene alma, no tiene sentido artístico. Si alguien me lo pide, lo hago, pero no encuentro ahí el acto creativo. Para mí el tatuaje debería ser un lenguaje, no una plantilla.

¿Hay algo que te niegues a tatuar?

Sí, por supuesto. No aceptaría tatuar una esvástica o símbolos que representen odio. No me ha pasado, pero tengo claro que hay límites. La esvástica, en su versión nazi, es la negación de la vida. Aunque el símbolo en sí tenga una historia más antigua, no puedo desvincularlo de lo que significa hoy. También depende mucho del cliente: si me da libertad, si confía, puedo crear algo más profundo. Pero si me pide copiar una foto, me siento vacío.

¿Es fácil expresar algo profundo a través del tatuaje?

No lo es. El tatuaje tiene una superficie muy pequeña, literalmente.

¿Qué significa tatuaje micorrealista?

Llevar la técnica del realismo, que tanto he trabajado en el arte, a la piel. Es un tatuaje que cuida mucho los detalles.

Me hablabas de un “autoexilio”. ¿Qué significó para ti?

Fue un momento muy complicado. Pasé por una depresión fuerte, por un aislamiento casi total. Lo viví como una *incubadora* —en italiano decimos incubatrice—, un espacio donde me enfrenté conmigo mismo. Tuve que mirar atrás: mi historia familiar, mis heridas, mis miedos. Durante ese tiempo no podía crear, no podía conectar. Pero, poco a poco, fui entendiendo que esa oscuridad también era una forma de conocimiento.

¿Te ayudó el arte a salir de ahí?

Sí, aunque no de manera romántica. El arte no me salvó: me obligó a mirarme. Muchos artistas han pasado por algo así. Pienso en Tchaikovsky, que estuvo años sin poder componer; o en Bob Dylan, cuando se retiró tras su accidente de moto. Todos necesitamos parar. Alejarse del ruido. La crisis también forma parte del proceso artístico. No hay creación sin vacío.

¿Y cómo estás ahora? ¿Dirías que vives un momento dulce?

No, dulce no (ríe). Tengo muchas preocupaciones. Trabajo solo como tatuador y, aunque me apasiona, es difícil mantener la estabilidad. Estoy buscando alternativas para complementar ingresos, como implementar Instagram, sin volver a la hostelería, que me dejó quemado.

¿Qué has aprendido de todo este proceso?

He aprendido a reconocerme. Ya no quiero adaptarme. Lo hago hasta cierto punto, claro, por convivencia, pero no quiero perder mi singularidad. Antes me importaba lo que pensaran de mí; ahora, no. Creo que eso es madurar. Y también entender que hacer arte implica pasar por crisis. Si no te rompes un poco, no puedes crear nada verdadero.

¿Cómo entiendes el arte?

Para mí, el arte tiene un espíritu común. El arte es uno, pero sus manifestaciones son miles. Da igual si pintas, compones o tatúas. El impulso es el mismo: transformar algo interno en algo visible. Lo que cambia es el lenguaje. Y cuando ese lenguaje se convierte en mercancía, se muere un poco. Por eso intento resistir, incluso en algo tan popular como el tatuaje.

¿Entonces el tatuaje es también una forma de resistencia?

Sí. Resistir a la homogeneización. Un tatuaje puede ser feo, incómodo, incluso doloroso, pero si es verdadero, tiene poder. La piel guarda memoria; no es casualidad que tatuarse duela. El dolor te hace presente.

¿Qué te mueve ahora, después de todo?

Seguir buscando sentido. Conocerme más. No tengo la ambición de cambiar el mundo, pero sí de vivir con coherencia. Y si alguien se tatúa conmigo y siente que hemos creado algo único, que no se puede repetir, entonces ya está: eso es arte.

tracking