Una década sin uno de los grandes del arte almeriense
El pintor falleció el 6 de abril de 2015 a los 84 años

El pintor Juan Ruíz Miralles en su estudio
Pintor, político, deportista, empresario, escritor, Juan Ruíz Miralles fue unhombre de acción, sensibilidad y compromiso. Diez años después de su muerte, su figura sigue iluminando la cultura almeriense desde lo alto de las cúpulas que decoró y los libros que escribió. Su hija Lola Miralles ha conservado con mimo cada pincelada de su historia.
Juan Ruiz Miralles no fue un hombre de una sola vida, sino de muchas. Desde muy joven mostró una inquietud inusual por el arte. Su vida fue una sucesión de caminos abiertos, de retos asumidos, de ideas llevadas a la acción.
“Sacaba tiempo de donde no lo había, era capaz de hacerlo todo a la vez. Era increíble”, recuerda su hija, Lola Miralles.
Un artista hecho a sí mismo
Con tan solo 17 años, Juan pintó las imágenes de la cúpula de la capilla del Sagrario de la Catedral de Almería. En total decoró más de veinte iglesias, como la de San Pedro o la de San Sebastián. Nunca dejó de formarse: estudió en la Escuela de Artes y fue un un gran lector y escritor.
Pero no fue solo en el arte donde dejó huella. También en el deporte. Participó en campeonatos de España de pesca submarina y fue un apasionado del submarinismo. “Llegaba a la Rambla con su Vespa, todo preparado para bucear”, cuenta Lola entre sonrisas. En su día a día combinaba pinceles, neoprenos y libros. Porque su vida fue una suma constante de pasiones.

Juan Ruíz Miralles y la pesca deportiva
El arte, la naturaleza y la política
La naturaleza lo marcó profundamente. Compró una finca en Enix, donde abrió un estudio de pintura, y creó vínculos con el entorno que iban mucho más allá de la contemplación. “Siempre nos ha enseñado a caminar en contacto con la tierra”, dice su hija.
A nivel político y cultural, Juan Ruiz Miralles fue un defensor incansable del patrimonio. Luchó por la creación del Museo Arqueológico en Almería y por dotar a la ciudad de espacios dignos para conservar su historia. “Tenía que darle alma. Sentía que el arte no podía quedarse muerto”, relata Lola.
Tanto fue así que la sala de exposiciones temporales del Museo de Almería hoy lleva su nombre. Un gesto institucional que reconoce su compromiso con la historia, la arqueología y el arte vivo.
Miralles fue también un pionero técnico: experimentó con materiales naturales como las pencas de chumbera secas, tratadas con barnices especiales, que convirtió en lienzos orgánicos. Participó en muestras de arte moderno en España y en el extranjero, y su curiosidad creativa parecía no tener límites.
Una vida en movimiento
A los 80 años seguía pintando. “Nunca paraba, nunca estaba quieto”, afirma Lola. “Cuando me muera, me jubilo”, solía bromear. Dirigió durante décadas una empresa familiar de pintura y decoración que no solo embelleció espacios, sino que formó a generaciones de profesionales.
Su historia es también la historia de una familia. “ La familia entera vivía al ritmo de la creatividad”, dice su hija. Hoy, su nieta Sol Ruiz continúa su legado en el mundo de la ilustración. El arte, en casa de los Miralles, siempre fue una herencia viva.
Miralles pintó alrededor de 500 cuadros, además de decenas de ilustraciones para libros y carteles y una gran cantidad de dibujos y pinturas murales.
“Era un hombre generoso, de los que disfrutan viendo disfrutar a los demás. Le encantaba que la gente se parase a mirar su obra, que hiciera suya esa emoción”, recuerda su hija.
Un legado que no se borra
Juan Ruiz Miralles dejó una huella profunda en la cultura de Almería. Fue un hombre adelantado a su tiempo, que vivió con los pies en la tierra, la cabeza en las ideas y el corazón en el arte. Su nombre sigue vivo en las iglesias que pintó, en las paredes que decoró, en las aulas que defendió y en la memoria agradecida de quienes lo conocieron.