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García Ibáñez: “Mi pintura religiosa parece estar maldita”

García Ibáñez: “Mi pintura religiosa parece estar maldita”

Marta Rodríguez
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En la obra de Andrés García Ibáñez se da una paradoja enorme. Es el pintor de la provincia que más encargos ha recibido de la Diócesis de Almería y, sin embargo, su producción sacra parece estar gafada. “Mi pintura religiosa parece estar maldita”, confiesa. La misteriosa desaparición de dos lienzos de sus inicios en la iglesia de San Sebastián de Olula del Río, de la que ayer se hacía eco LA VOZ, alimenta esta idea.



Según el doctor en Historia del Arte Juan Manuel Martín Robles, los cuadros robados pertenecen a la etapa de aprendizaje del artista (“periodo del que actualmente no hay ninguna otra muestra en el mercado”) y fueron realizados en el transcurso de unos ejercicios iniciados bajo la tutela de su abuelo José Ibáñez. Esto les confiere un valor simbólico que va más allá de la tasación real, que ascendería a unos 3.000 euros cada uno, aproximadamente.



Pero lo llamativo del caso de Olula es el tiempo que ha transcurrido entre el momento de la sustracción de los cuadros, según el párroco Víctor Manuel Fernández, “desaparecidos hace al menos tres años cuando se pintaba la sacristía”, y la fecha en que se efectuó la denuncia, en noviembre de 2010.



La mala fortuna de la pintura religiosa de García Ibáñez no queda ahí. En el incendio de la Catedral de la ciudad, en 1996, ardió un cuadro suyo que había sido expuesto en la Plaza de San Pedro de El Vaticano, con motivo de la beatificación de los mártires de Almería por parte de Juan Pablo II en el año 93. No en vano, la obra llevaba por título ‘Mártires de Almería’. “Quedó reducida a cenizas, pero me llamó el obispo de entonces, Rosendo Álvarez, y me encargó una copia que hoy está colgada en una de las capillas del templo”, apunta.



Censura



La producción sacra de Andrés García Ibáñez también ha sufrido la censura tanto en su tierra como al otro lado del Atlántico. Desde el 1 de abril de 2010, el párroco de la iglesia de La Concepción de Albox, Alberto Pelegrina, mantiene tapado con una cortina el fresco de un Cristo realizado por el pintor olulense en 1999. “Invertí un día y medio en hacerlo, recuerdo que antes de terminar, el párroco de entonces, Tomás Cano, hoy vicario general, me dijo que le parecía que tenía cierto ramalazo; yo sólo pensaba en el Resucitado de El Greco”, mantiene.



A la lista de maltratos de su pintura religiosa se suma un delito contra la propiedad intelectual y los derechos de autor. Ocurrió en El Salvador, América Central. “Después de pintar los frescos de la cúpula de San Salvador, en 1998, y regresar a España, el arzobispo Fernando Saénz Lacalle contrató a un pintor local e hizo montar nuevamente los andamios para tapar las desnudeces, los pechos, de dos figuras angélicas de la cúpula que yo había pintado”, concluye García Ibáñez.

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