La Voz de Almeria

Adra

El Real Club Náutico, patrimonio abderitano

Un impulso al deporte marítimo y al desarrollo turístico de Adra desde los años 70

Real Club Náutico de Adra.

Real Club Náutico de Adra.Pepe Cazorla

Pepe Cazorla
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Que Adra ha vivido siempre de cara al mar y que su actual Real Club Náutico ha colaborado ininterrumpidamente al progreso de esta, es indiscutible. Había trascendido ya a la calle y ya no era un secreto, aquello iba tornando cuerpo de manera seria y formal a principios de los años 70 del siglo pasado. La idea del Club Náutico, era una vieja aspiración de los abderitanos amantes de este Mare Nostrum. 

Se contribuía por lo tanto y de manera muy eficiente a que esa vieja aspiración se palpara, como una realidad tangible, la iniciativa del Centro de Iniciativas y Turismo, ya que la existencia del Club Náutico era básica para conseguir del ministerio de Obras Públicas el puerto abderitano pudiera ser calificado como puerto deportivo. Así se lo comunicaba el propio ministro de Obras Públicas al presidente del C.I.T. de Adra, Pepe Cuenca en contestación al escrito que se le dirigió.

La realización del Club Náutico venía a sumarse al progreso de Adra. Desde sus inicios es importante destacar las obras por la necesidad de dotar a unas instalaciones aptas para el deporte del mar y aún más para el fomento de este mismo deporte, sobre un presupuesto fijado para la construcción de 5.100.000 pesetas, (39.000 €) se llegaba así a la realidad de su construcción e instalación con mobiliario, enseres y decoración a la cifra de diez millones de pesetas que representaba el doble de la cifra inicial.

Su animada junta directiva lo conseguía sacar adelante y tenia que recurrir a la ayuda bancaria a través del ministerio de Información y Turismo, que les concedió un préstamo por un importe de 2.021.000 pesetas (15.640 €) necesario éste para poder afrontar el pago de las obligaciones que tenían pendientes.

Las instalaciones embrionarias estaban dotadas de todo lo necesario. El restaurante del club estaba dotado de la más moderna instalación y, dentro de su sencillez, respondiendo a las exigencias de un establecimiento de su categoría. Su especial emplazamiento dentro de la bahía y sus amplios ventanales sobre el mar dan la sensación completa de encontrarse en el comedor de un magnífico barco, recreándose con sus vistas maravillosas.

El club despertaba gran entusiasmo entre los aficionados a los deportes del mar, tanto en la moto-náutica como en la vela y eran muy numerosas las embarcaciones deportivas atracadas en su muelle, lo cual hacía necesaria la ampliación de sus embarcaderos y puntos de amarre para lo que se previeron la construcción de dos pantalanes o espigones, uno a Levante y otro a Poniente, de 80 y 50 metros, respectivamente. La gran dificultad en aquella segunda etapa que se iniciaba, era muy costosa la obra en el mar. Además se habían iniciado gestiones con la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes y pensaban buscar la ayuda económica para sacar adelante esta obra.

Por entonces, Emilio Robles Musso, era el presidente, recogiendo el testigo de José Cuenca Espinosa desde la junta gestora que constituida, tramitaría todo lo necesario para la constitución legal del Club y su reconocimiento por la Delegación Nacional de Deportes para poder actuar con plena personalidad jurídica. Se contaba así mismo, con la autorización del ingeniero jefe del Grupo de Puertos de Motril para la ubicación de las instalaciones dentro de la zona de servicios del puerto y estaba en trámite la confección del proyecto por los técnicos competentes, después de aprobado por la Junta el anteproyecto presentado a la misma.

El reciente mandatario y su junta directiva no encontraron un camino fácil, hubo problemas de trámites y dificultades para la consecución de la obra, como tipos burocrático, económico y ambiental.

Burocrático, porque la tramitación fue sido larga. Tenían que contar con un terreno del ministerio de Obras Públicas y del de Marina, y para ello tenían que conseguir permisos. En lo económico, el tipo de socio que había aquí por entonces era de una economía modesta, las pretensiones de los dirigentes eran fomentar la afición al deporte del mar en la gente modesta que tenía y tiene derecho a disponer de unas instalaciones adecuadas y que no podrían tener por sus propios medios al igual que aquéllos de economía holgada. Reunir un dinero de ahí fue difícil. 

El presupuesto era grande y las aportaciones tuvieron que hacerse a base de la concesión, por parte del club, de unos plazos para que todos pudiesen hacerse socios del club. Y en tercer lugar, estaba el tema ambiental donde en un principio la gente pensó que la obra que se pretendía era algo demasiado grande y que se salía de las posibilidades del pueblo. Había dos grupos, los escépticos y los entusiastas. Al final, los primeros terminaron por unirse a los entusiastas. Se pensó también que podría perjudicar a los pescadores del puerto y se ha visto que no. 

Dieron pasos pequeños y empezaron por promocionar el deporte en el mar. Pretendiendo como principios básicos formar a los niños para que la afición empezase desde pequeños y que los padres se aficionaran a través de sus propios hijos. Y es que desde siempre, existió en Adra una gran afición al deporte náutico y, sobre todo, a la pesca deportiva y motonáutica. Por todo ello, querían promocionar el deporte de la vela, e indudablemente estaba en sus pensamientos el ánimo de organizar y participar en campeonatos sumando otro de los muchos alicientes que sumar a los recursos turísticos abderitanos.

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