El vasco que quiere ser enterrado en Almería
Diez años han pasado ya desde que Karmelo decidiese pasar su jubilación en este pueblo almeriense

Karmelo Arizaga celebra los San Fermines desde su casa en Enix.
¿Se imaginan abandonar la tierra que les vio nacer a los 60 años y encontrar un nuevo hogar a casi 1.000 kilómetros de distancia?Pues esta es justamente la historia de Karmelo Arizaga o como le conocen ahora sus vecinos, ‘El Vasco’.
Este apodo no es casualidad, Karmelo es vasco, muy vasco y defiende su tierra allá dónde vaya. Natural de Placencia de las Armas (en euskera Soraluze un municipio de la provincia de Guipúzcoa en el País Vasco). La villa que vio nacer a Karmelo, ha estado vinculada desde su fundación a la fabricación de armas de todo tipo.
Karmelo recuerda según ha ido de boca en boca en su familia que “en el año 1570 se fabricaban armas en la zona de Guipúzcoa y ya estaba mi familia allí, yo debo tener aproximadamente 35 apellidos Vascos o más”, bromea.
Y es que, el vasco también se dedicó a este noble oficio durante su juvenutd, “soy la quinta generación fabricando armas”, aunque el trabajo que desempeñó a lo largo de su vida adulta fue el de comercial y venta de maquinaria de herramientas dentro del grupo Mondragón.
Este trabajo comercial llevó al protagonista de esta historia a estar viajando por toda España y el extranjero durante toda su vida. Un buen día, en una de sus mañanas libres sentado en la terraza de su casa en Placencia mientras contemplaba la vida cotidiana de sus vecinos tuvo una reflexión que le cambiaría la vida para siempre.
“Veía a la gente del pueblo, a los hombres mayores que iban de un bar, a otro y a otro, Ahí empecé a pensar ... ¿esta será mi vida aquí?, ¿Me pasaré todo el día bebiendo vinos de bar en bar?. Tengo que buscar una solución. Así decidí buscar una zona de España donde quisiera jubilarme” se dijo para sus adentros Arizaga.
Una nueva patria chica
Por azares del destino, eso sí, Karmelo ha acabado en el municipio con más bares por habitantes de toda España, “Pero aquí no se toman los vinos a palo seco, van acompañados de alguna tapilla”, cuenta el vasco entre carcajadas.
Málaga o Murcia eran los lugares referentes para este vasco que nunca imaginó acabar en un recóndito pueblo de poco más de 500 habitantes en el Poniente Almeriense. Y es que, después de mucho buscar… Karmelo calló en la cuenta de que Almería tenía algo diferente...algo especial que le cautivaba.
Y cómo en primera instancia Karmelo llegó a su destino final casi por capricho del destino. El vasco empezó a recorrer desde Vélez-Rubio hasta Adra. “Me gustaba Padules, Fondón, Laujar…”, explica el protagonista de este primer recorrido por la provincia.
Así llegó hasta Felix, pero ahí “había muchísimas cuestas”, bromea y cuando bajó del empinado Felix...Ahí estaba...su nuevo hogar, el lugar donde pasaría sus últimos días, el lugar donde la tierra se acabará fundiendo con su cuerpo para ser solo uno. “Observé esas colinas y sus montañas vi cómo se parecían estas montañas a la parte sur de Navarra y dije ¡Joder qué bonito! Entonces vi una casa que estaba en venta y dije ¡Toma pirulín, esta va a ser mía!”.
Diez años han pasado ya desde que Karmelo se afincara en ‘Los Cortijillos’ de Enix, una decisión de la que confiesa: “No solamente no me arrepiento de haber comprado una casa en Enix, sino que quiero que me entierren aquí, tengo un panteón familiar en Guipuzcoa, pero yo quiero que la tierra de Enix forme parte de mi el día que no esté”.
La gastronomía, la gente y su paisaje cautivador
El ambiente social cautivó a Karmelo, “aquí puedo decir lo que quiera políticamente hablando y puedo pensar lo que quiera”, reconoce. Y es que este Vasco es parte activa de los vecinos de Enix, “Me llevo genial con todos los vecinos, muchos vienen a mi casa a pedirme cualquier favor, vienen a mi casa a desayunar, les llevo a pasar la ITV, les llevo al médico. Tú en Enix si me quieres encontrar solo tienes que preguntar por ‘El Vasco’ y ese soy yo”, asegura el protagonista.

Karmelo Arizaga meneando una paella gigante en Enix.
La gastronomía o la familiaridad de la política local son algunas de las cosas que también destaca Karmelo de este pueblo. “Lo que más me gusta de la política de este pueblo es que lo primero son las personas, no importa el partido político. En el pueblo todos nos conocemos y todos apoyamos y colaboramos para hacer Enix mejor”.
“También me encanta la cocina, los hombres del País Vasco somos normalmente los cocineros en las casas y en Enix disfruto mucho con la gastronomía también. Aquí los hosteleros no compiten entre ellos, porque cada uno tiene su público. Si buscas conejo al ajillo, o migas tienes al Hostal Almería; si buscas brasa o ensaladilla rusa...en la Alzanzyya está todo de temblar; o vas a las tres patas a comer comida con toques árabes, un cous cous, unas hamburguesas unos chuletones...cada uno tiene su especialidad y a mi me encanta eso”.
Hoy este Vasco pese a haber encontrado una nueva patria chica, no se olvida de sus raíces y en la fachada de su casa ondean con orgullo la bandera española, la ikurriña y también la de Andalucía. Un ejemplo muy bueno de como es la vida de Karmelo en Almería, donde además de disfrutar de lo mejor de Andalucía, también celebra sus peculiares San Fermines con una barbacoa en el jardín o celebra los goles de Atlético de Bilbao y es que, como dicen, en la variedad está el gusto.