Entre lagañas y bostezos se han levantado este miércoles por la mañana los más pequeños de Almería, auspiciados por unos padres y madres que ya tenían la taza de leche preparada sobre el hule de la cocina. Un total de 248 centros de Infantil, Primaria y Educación Especial han dado la bienvenida al nuevo curso 2025-2026 a 73.273 alumnos, con la mezcolanza habitual de nervios, entusiasmo, lágrimas y abrazos fugaces.

Con 800 alumnos menos, el descenso de la natalidad se ha hecho sentir en una mañana en la que no han faltado, sin embargo, los maestros y docentes. Si bien se han incorporado, según datos de la Junta, 390 profesionales más que el curso anterior, fuentes sindicales del CSIF señalan que este 10 de septiembre el 41% de la plantilla estaba incompleta.

A pesar de la cifra, los docentes de Almería han trabajado con ahínco los días previos a la incorporación al curso escolar de los más pequeños para que todo salga a pedir de boca. Así lo contaba Luis Francisco López Morales, director del colegio SAFA Almería, en el Barrio Alto: "Este día lo llevamos organizando desde que comenzó septiembre, que se incorporaron los profesores con mucha ilusión, preparando sus clases, decorándolas, ordenando los libros, sus materiales... y la verdad es que ya estábamos deseosos de empezar el nuevo curso".

Conciliar para comenzar con buen pie

A lo largo de la mañana, esas ganas de comenzar esta nueva etapa no solo han sido palpables en el profesorado, sino también en las propias familias y los pequeños que hoy se han colgado la mochilita a la espalda; aunque cada uno por motivos bien distintos.

"Mi hijo estaba desesperado por ver a sus amigos, se ha levantado muy pronto hoy y casi no se ha despedido de mí al llegar al cole. Yo, por mi parte, estaba deseando que empezasen ya las clases, porque en verano se ha peleado mucho con su hermano, se han aburrido mucho y necesitan concentrarse en el curso ya", explica una madre en el patio de uno de los colegios de Almería, rodeada de gritos y de niños correteando de un lado para otro.

Su caso es particular, puesto que ha podido acudir a dejar a sus hijos gracias a que trabaja "de tardes". A su alrededor se agolpan progenitores que, al contrario que ella, han tenido que pedir una pausa en sus empleos para poder acompañar a los niños a la puerta de la escuela. 

Abuelos que ejercen como segundos padres o tías que llevan de la mano a su sobrinos han sido algunas de las soluciones vistas este miércoles en los patios de las escuelas. ¿La razón? El horario especial de entrada escalonada que muchos centros de la provincia han implantado en su primer día con un objetivo claro: "Hoy los de primaria han entrado a las 11.00 horas, los de 4 y 5 años a las 11.30 y los más pequeños a las 12.00. Así nos aseguramos de que no colapse el espacio y de que los más chiquitillos no entren a la vez que los mayores y se asusten", explica López Morales.

Necesidades específicas

Más allá del olor a lápices de colores y a libros nuevos, el curso también comienza con aplicaciones a becas, a ayudas públicas y a otros servicios que facilitan la vida escolar de los más pequeños y sus familias. Así, alrededor de 20.000 alumnos harán uso de los comedores este curso. 

"Además de mantener las ayudas económicas, también hemos implementado cuatro nuevos comedores en Palomares, Fondón, Vícar y Níjar. En esta línea, se encuentran en obras de mejora doce colegios de toda la provincia", ha destacado Francisco Alonso, Delegado Territorial de Desarrollo Educativo y FP, Universidad, Investigación e Innovación en Almería.

Pero no en todos los colegios la jornada ha estado marcada por las prisas y el bullicio. Hay centros donde la calma ha sido la protagonista gracias al perfil de su alumnado. Es el caso del Luis Siret, en la capital almeriense, que cuenta con tres aulas específicas para estudiantes con autismo y otras necesidades educativas, atendidas de manera personalizada.

Allí, la serenidad de los pasillos contrasta con la emoción contenida de un equipo docente altamente preparado y volcado en ofrecer la mejor atención posible. Porque, al final, lo que une a todos los colegios de la provincia es la ilusión compartida: la de unos maestros con ganas de enseñar y la de unos niños para quienes el verano ya había durado demasiado.