En el Hospital Universitario Torrecárdenas nació una historia mágica. Lo que empezó como una simple idea navideña se convirtió en un hilo invisible de esperanza: un intercambio de cartas entre niños ingresados en el Hospital Materno Infantil y adultos del Hospital General.

Esta historia, contada por Fátima Amaya Navarro, subdirectora médica del Hospital Universitario Torrecárdenas, muestra como un gesto tan sencillo ha logrado traspasar las paredes del hospital y convertirse en un abrazo para el alma: “Voy a contarles un cuento. Y aunque todo surgió en Navidad, los protagonistas no son ni los Reyes Magos ni Papá Noel.

En una misma ciudad, muy cerca el uno del otro, había dos hospitales. Uno era un Hospital Materno Infantil, donde los niños pasaban días y noches entre médicos, enfermeras y juguetes que les ayudaban a sentirse mejor. El otro era un Hospital General, donde los adultos, algunos muy mayores, luchaban por recuperar la salud con la ayuda de profesionales que trabajaban sin descanso.

Una idea sencilla

Aunque estaban tan cerca, casi nadie pensaba en todo lo que tenían en común. Hasta que un día, alguien tuvo una idea: ¿Y si los niños y los adultos pudieran comunicarse a través de cartas? Así comenzó un viaje de palabras.

Desde el Hospital Materno Infantil, los niños escribieron mensajes llenos de dibujos, colores y esperanza. “Aquí jugamos con coches y muñecos”, “Hoy me han curado y no me ha dolido”, “Cuando salga de aquí, quiero comerme un helado gigante”, contaban algunos. Otros simplemente enviaban un “¡Mucho ánimo!” con una gran sonrisa dibujada en el papel.

Los padres animados de ver a sus hijos, también quisieron participar. Enviaban cartas llenas de cariño, de amor, de comprensión…surgían las palabras que eran quizás las que ellos mismos deseaban oír…

Cuando las cartas llegaron al Hospital General, los adultos las leyeron con emoción. Algunos no habían recibido una carta en años, y aquellas palabras escritas por manos pequeñas les llenaron de fuerza. Así que respondieron.

“De niño, yo también jugaba con coches y muñecos”, “Cuando salgas, yo también quiero un helado”, “Gracias por tu mensaje, hoy me has alegrado el día”. Incluso algunos adultos fueron a conocer a su niño mensajero…

La correspondencia no para de crecer

Pronto, este intercambio de cartas se convirtió en algo más grande, un hilo invisible de esperanza y amor. Los niños y los adultos comenzaron a sentirse más cerca, los profesionales también vieron cómo una idea tan sencilla podía iluminar los días de quienes luchaban por sanar.

Porque a veces, un simple mensaje escrito une más que cualquier pasillo o distancia.

Este cuento es real. Nació en Navidad como una idea para participar en el concurso de Belenes e Innovación que todos los años se celebra en el Hospital Universitario Torrecárdenas. Los niños ingresados en el Hospital Materno Infantil Princesa Leonor enviaron Tarjetas de Felicitación Navideña a los adultos ingresados en el Hospital General. El hilo invisible se ha hecho tan real, que a día de hoy, seguimos escribiendo y recibiendo cartas entre ambos hospitales. Apoya, reconforta, ayuda y cuida el alma. Este hilo invisible ha enredado a todos, niños y adultos, profesionales y familiares, en el instante en que las palabras cobran vida y, al ser escritas, se convierten en un abrazo cálido para el alma, uno se da cuenta de que, al intentar tocar el corazón de otro, también ha tocado el propio, sorprendiendo y alegrando en un eco compartido.

Quiero daros las gracias a todos los que han hecho posible este puente de palabras: gracias por recordarnos que la conexión más importante es la que nace del corazón.”, terminaba la carta.