Yo también soy un criminal
Me siento tristemente decepcionado y desilusionado con el "proyecto europeo". Siempre he sido profundamente europeísta, más allá de cualquier bandera nacional y de las inexistentes fronteras de nuestro continente. La Unión surgida de la Segunda Guerra Mundial representa para mi uno de los mayores logros de nuestra sociedad. La defensa de la paz y la cooperación desde hace más de setenta años son algo más que un símbolo: la demostración de que podemos convivir en armonía. Unos valores que nos han permitido crecer económicamente y alcanzar posiciones de bienestar jamás soñadas. Somos un ejemplo para el resto del mundo, un modelo a seguir y, para muchos, la tierra soñada. Así que no debemos temer a aquellos que huyen de guerras, conflictos y pobreza. La nuestra es una tierra de refugio. Pero la respuesta europea a la crisis migratoria resulta a todas luces insuficiente e indigna para una institución que ha recibido el Premio Nobel de la Paz. ¿Cómo se entiende la criminalización a la que se ven sometidas las ONG que cada año rescatan a miles de inmigrantes que navegan a la deriva en el Mediterráneo? Son numerosas las organizaciones que ejercen una labor encomendada a la Unión y sus estados miembros, que parecen haber olvidado sus deberes en materia de refugiados y derechos humanos. Si salvar vidas es un crimen, entonces yo también soy un criminal porque apoyo a Proactiva Open Arms.