¿Quién debe pagar las indemnizaciones de los derribos?
Los políticos, con los alcaldes a la cabeza, permitieron que miles de casas se levantaran en zonas no urbanizables. Junto a ellos, unos constructores bastante desaprensivos, se aprovecharon de la situación de auge económico que se vivía en Almería, España y Europa. Hasta veinte mil dicen, más las que no se han denunciado, pueblan hoy el paisaje del timo, la estafa y la vergüenza en Almería. Gente de buena fe que adquirió una vivienda mirando al sol, con jardín en la puerta y rosas floreciendo hasta el mes de diciembre en nuestra provincia. Se prometían una vejez feliz y tranquila. Sí, sí. Los alcaldes habían mirado hacia otro lado, los constructores pagaron su presunta mordida y la Junta de Sevilla dormía acunada por los millonarios eres. Pero un día se despertó y llovieron las denuncias y con ellas el lento proceso de una justicia (¿de verdad justicia?) que fue marcando las casas con una espada, la del derribo. Y llegó el primero; y con él el miedo y el trinar de dientes de unos ciudadanos que se sintieron estafados.
Los políticos, aquellos que se ponían de perfil o abrieron presuntamente sus bolsillos ante el suculento pastel a repartir, quieren encontrar ahora una solución a los timados y engañados vecinos venidos de otros puntos de la fría Europa, y nace el abono de la indemnización antes de que se produzca la caída de la pala sobre los sueños de unos viejos que buscaban el sol, la tranquilidad y la felicidad en tierras de Almería. Supongo que estarán de acuerdo con ese pago. Es de justicia que se haga. Les hemos tomado el pelo, los hemos engañado, nos hemos quedado con su dinero, por lo que parece de lógica que paguemos el pecado contra ellos cometido, y empezando con la indemnización de lo que en su día les costó la vivienda. No creo que nadie esté en contra de medida tal.
La cuestión a discutir es ¿quién tiene que pagar esas cuantías? Los políticos lo tienen muy claro: Nosotros. Los silenciosos ciudadanos. Los paganinis de sus meteduras de pata. ¡Más cara que espalda tienen estos amigos! Ellos, o compañeros de sus partidos, fueron los culpables de las licencias o se escondieron mientras unos promotores levantaban las casi veinte mil viviendas. No veían las grúas, los camiones, los ladrillos. Pobres míos, estaban ciegos. Pero ahora nos toca pagar a los de siempre.