Nada ocurre,nadie viene,nadie va
“Un camino en el campo. Un árbol. De tarde.” Así de sobria es la escenografía propuesta por Samuel Beckett para la representación de su famosa obra “Esperando a Godot”, ese soberano tostón que veíamos de adolescentes con tanta admiración y respeto. Cambiemos el escueto decorado teatral por un salón de hotel con varios sillones, una mesa con botellas de agua y alguna carpeta y tendremos listo el ambiente adecuado para la puesta en escena de la tragicomedia de los pactos postelectorales en Almería. Igual que en la famosa pieza teatral, los protagonistas se reúnen, hablan, se miran y divagan sobre generalidades mientras esperan la llegada de algo o alguien que nunca aparece, pero que está en el centro de toda la acción. El público no termina de saber si en realidad esa cita va a producirse y qué temas concretos se abordarán en la misma. Esa duda y esa incertidumbre bañada de tedio han dado pie a múltiples interpretaciones sobre el existencialismo y aspectos sesudos de la condición humana que tampoco vienen a cuento ahora. Pero no quiero aburrirles con estas reflexiones teatrales. Simplemente quiero aprovechar esta referencia a un clásico de la literatura del absurdo para señalar la innecesaria teatralidad que está revistiendo todo el proceso de negociación y conformación de mayorías minoritarias, refritos trifásicos o acuerdos de sobremesa (aquí cualquier desenlace es posible, aunque alguno resulte más improbable que otros) que permitan nombrar alcalde y equipo de Gobierno Municipal el próximo sábado, 13 de junio. Y mientras, desde el patio de butacas comienza a emanar el sordo rumor del incómodo cansancio de un público demasiado acostumbrado a la inmediatez como para permitirse el lujo de asistir a quince días de sobreactuación. Una sensación que uno de los cuatro personajes de la obra resume con descarnada precisión: “¡Nada ocurre, nadie viene, nadie va, es terrible!”.