Ciudades educadoras: ciudad, educación y compromiso
Hay que reinventar la ciudad como lugar de aprendizaje permanente, de convivencia
La ciudad es educativa, por el solo hecho de ser ciudad; es fuente de educación, por si misma, desde múltiples esferas y para todos sus habitantes. En la actualidad nos encontramos con grandes cambios socioeducativos en la sociedad: madres y padres que abandonan sus responsabilidades o mal entienden la educación; la administración anda embrollada en reformas sin pactos y presupuestos cortos; un profesorado que se encuentra solo y hastiado; mientras la sociedad y los medios de comunicación educan en “sus valores”, como por ejemplo, la repercusión en la sociedad de la resolución de los conflictos de manera no pacífica, como son las agresiones, las violaciones, etc.
La ciudad educadora es una ciudad que incluye y se convierte en el vehículo y contenido de la educación, haciendo una ciudadanía más concienciada y que participa más activamente en el desarrollo de su entorno. La Carta de Barcelona, 1990 nos dice que: “La ciudad educadora deberá ofrecer a todos sus habitantes, como objetivo crecientemente necesario para la comunidad, formación en valores y prácticas de ciudadanía democrática: el respeto, la tolerancia, la participación, la responsabilidad y el interés por lo público, por sus programas, sus bienes y sus servicios.” Y la Carta de Ciudades Educadoras expresa el compromiso de las ciudades que la suscribe con todos los valores y principios que en ella se han manifestado, pero aún así el Ayuntamiento de Almería causó su baja en la Red Internacional de Ciudades Educadoras en Abril de 2011. Los Ayuntamientos deben de convertirse en el paraguas dónde confluyan todas las sinergias públicas o privadas, como hacen ya en Finlandia o en Pontevedra. Trabajar en red con otras ciudades, conocer otras experiencias, etc. Hay que reinventar la ciudad como lugar de aprendizaje permanente, de convivencia y de diálogo y que no solo abarque a los niños y niñas sino a toda la población, y dónde se pueda hacer frente a todos los retos y posibilidades, como la planificación urbana, la cultura, los deportes, los centros educativos, el medio ambiente, movilidad y viabilidad, seguridad, la salud, los presupuestos y la economía. Este nuevo concepto de ciudad nos tiene que hacer reinventar la misma como lugar de aprendizaje permanente, de convivencia y de diálogo donde la democracia y la libertad de la ciudadanía se ejerzan de manera profunda, y para ello requiere la cooperación entre las diferentes concejalías con acciones coordinadas. Organizarse y optimizar los recursos se hace prioritario en el mundo en el que vivimos. Ya se escucha y se habla sobre ecobarrios, de ciudades en transición, etc. y este recorrido hacia ese modelo de ciudad, tiene que hacerse conjuntamente entre ayuntamientos y la sociedad civil, es un camino hacia una sociedad más igualitaria, más justa, inclusiva y participativa.
Frente a la pasividad de los ayuntamientos, empieza una creciente sensibilización de la ciudadanía hacia la ciudad educadora, y que no podrá frenarse porque es fruto de los colectivos sociales y políticos y, además, empujará con fuerza a las nuevas acciones políticas. Dice un proverbio africano: “Para educar a un niño o una niña hace falta a toda la tribu”.