De visitas y compromisos
Este mes hemos tenido visita en Almería de Susana Díaz y Mariano Rajoy, presidentes de la Junta y Gobierno.
Ha habido una diferencia de unos pocos días entre ambas citas, pero la estructura de ambas visitas ha sido semejante. La presidenta empezó con un acto político para presentar ante sus correligionarios al candidato del PSOE para las próximas elecciones municipales en Almería para, posteriormente, mantener una reunión de trabajo con representantes empresariales de la Cámara de Comercio y de Asempal.
Por su parte, el presidente del Gobierno ha tenido el llamado “baño de masas” con afiliados y simpatizantes del PP de toda la provincia, para, al día siguiente, celebrar un encuentro con más de 300 empresarios, se dice, en el Centro de Congresos de Aguadulce.
A priori, la visita de tan altos representantes a nuestra ciudad, constituía, además de un acto de cortesía, la oportunidad para conocer los proyectos de mejora para nuestra tierra ante el futuro inmediato, sobre todo teniendo en cuenta que próximamente van a ser aprobados los Presupuestos Generales, tanto del Gobierno central como de la Junta.
Vaya por delante la enorme frustración que ambas visitas han producido en los ciudadanos interesados, no aportando ni un solo paso adelante, ni una ni otro, para intentar resolver parte de los problemas que, legítimamente, reclamamos los almerienses desde hace muchos años.
Cabe entender que los momentos económicos no son nada propicios ni favorables, con importantes déficit y deuda pública elevada, en gran parte heredada, que hay que satisfacer para garantizar nuestra solvencia, pero al menos, ambos, debían comprender los requerimientos históricos y los agravios que desde siempre padece esta tierra, sobre todo, en el terreno de las infraestructuras, imprescindibles para nuestro desarrollo.
Cuando tras la visita de la señora Díaz vimos en la portada de los periódicos locales las caras sonrientes de los representantes empresariales, algunos optimistas, llegamos a pensar que algún compromiso de interés le habían arrancado, pero, ¡oh desilusión! la realidad ha sido totalmente distinta, hasta el punto de no entender, todavía hoy, el porqué de tanta cara sonriente. Después de la visita del señor Rajoy ni siquiera esa foto se ha producido.
Para estas visitas sin compromisos, ambos presidentes podían haberse quedado perfectamente en sus residencias, al menos eso pienso yo.