La mascarada de Irak
Allí quedó el cuerpo del reportero Couso sin que hasta el momento nadie le haya hecho justicia
Irak, Irak, tu nombre está muy lejos de saberme a hierba. Lo que recuerdo es la sangre, la muerte, las bombas, los cadáveres de los niños despanzurrados por las esquinas y, sobre todo, las mentiras de unos políticos fantoches al servicio del gran capital. La célebre foto de Bush y Aznar llamando a la guerra para liberarnos de la armas de destrucción masiva produce hoy no poca náusea. Pero si ustedes esperaban que el PP pidiera perdón por su espantoso error estratégico van listos. No lo hicieron con los fusilamientos de Franco, menos lo van a hacer con sus amigos de la Casa Blanca. Y a quien tiene cuajo para estas tragedias, no se le pueden pedir milagros de sensibilidad para salvar a la clase media que ni es pobre ni rica sino todo lo contrario, como dijo el humorista. Recuerdo aquellas manifestaciones almerienses en que íbamos juntos tanto los que querían las bombas como los que rechazábamos la guerra. Incompresiblemente la mayoría creía que Aznar era nuestro salvador carismático. Por supuesto, después vino lo que vino. Algún sabio nuclear no pudo soportar la farsa y se suicidó corroído por la mala conciencia. Las consecuencias de todo aquello siguen siendo trágicas. El país está ahora dividido y a punto a de una guerra civil. Curiosamente la dictadura de Sadam Husein, con toda la crueldad que ustedes imaginan, mantenía a raya las luchas callejeras de los grupos religiosos. Hoy lo que avanza es el terrorismo de Al Qaeda y Obama está pensando si volver sus ejércitos de nuevo hacia Irak. Los españoles que fuimos los primeros en abandonar, tenemos también nuestro problema de conciencia. Allí quedó el cuerpo del reportero Couso sin que hasta el momento nadie le haya hecho justicia. Son gajes del oficio, dicen los que están deseándole un segundo entierro de polvo y olvido. Aquí en España ya hay una generación que no sabe nada de la guerra de Irak. Estaban entonces entre el biberón y la guardería. A lo mayores, en cambio, lo que hizo esta guerra fue traumatizarnos para siempre. Desde entonces, mi periodismo dio un giro. Si hoy no puedo con algunos temas intranscendentes es porque siempre estoy viendo caer bombas envueltas en enormes mentiras. ¡ Bajo este trauma , cómo escribir sobre el centenario de Manolo de Aguila!