Adela Segura: La reforma local debilitará a los ayuntamientos
Adela Segura: La reforma local debilitará a los ayuntamientos
La alternativa sería fortalecer al ciudadano. Si debilitar un ayuntamiento significa fortalecer al vecino, la reforma cuenta con mi apoyo. Entiendo que el texto que al final se apruebe no va a satisfacer al ciudadano. Que no llore Adela por sus compañeros de partido, que van a seguir con las mismas candelas. El que tendría que llorar y a “moco tendio” es el vecino del pueblo, que veía la posibilidad de que algo cambiara con la reforma.
Vamos con las reformas que han venido soportando los pueblos y las personas que en ellos viven. Algunas provocadas por la Junta de Sevilla. La primera gran reforma fue la sanitaria. Un trabajo del doctor Marín, don Nicasio y su equipo del sindicato médico, pone en solfa la sanidad que disfrutan los pequeños pueblos de Almería. Pueblos a donde el médico acude una vez a la semana, otros a donde acude dos horas al día. Lista para que te apuntes al pediatra si el niño se pone malo. Suena a cachondeo. Una lista por si el niño se pone enfermo y acuda el pediatra. ¿Y cuando acude el pediatra? Después de que usted se apunte. Y si me apunto hoy, ¿vendrá hoy mismo o mañana? No se anuncia en el cartel. Y si cuando el pediatra venga el niño está peor.
Mientras los vecinos no tienen médico, mientras algunos tienen el centro de urgencias a veinte minutos en coche, como mínimo, en los pueblos siguen sobrando políticos. Por ellos llora doña Adela, no por esos vecinos que se acuestan cada noche esperando y deseando que no se pongan enfermos, pues el médico o la ambulancia tardará en llegar su media hora larga, si es que llega. Claro que hace falta una reforma, los pueblos necesitan que vuelva el médico, que vuelva la seguridad que daba un guardia civil en la acera de enfrente, no a media hora. Los vecinos no se sienten seguros en sus pueblos, pero claro el político sólo piensa en los emolumentos que pueden perder los suyos.
Se reformó y desapareció el médico. Se reformó y se perdió la Guardia Civil. Se reformó y se perdió el cura. Se reformó y ya no les dejan fumar cuando juegan a truco. Pero cosa extraña, cuando sucedían estas reformas los políticos no se quejaban. ¿Cuándo levantan la voz? Cuando son ellos los que pueden perder algún privilegio.
¡Qué vergüenza!