Las nuevas revelaciones del escandaloso caso de los ERE fraudulento van poniendo poco a poco a cada cual frente a sus culpas. Y tarde o temprano, habrán de responder por ellas ante los tribunales y ante los andaluces. Más allá de los datos chuscos del sumario, con suficientes fajos de billetes ocultos, “como para asar una vaca”, según confesó la madre de uno de los implicados, no vienen sino a revelar y poner al descubierto una forma de gobernar basada en la absoluta falta de controles, en un escarnio directo a la decencia, en el desprecio al Derecho y en el beneficio de los amigos y familiares del poder socialista. Mientras tanto, PSOE e IU se atrincheran en la negación de la evidencia y en la obstrucción de la Justicia, tratando de retrasar lo inevitable incluso a costa de malparar gravemente la imagen pública de nuestra Comunidad.

Imaginen qué impresión podrán tener de nosotros en el resto de España o de Europa cuando las principales noticias que llegan de Andalucía son que los máximos responsables políticos de su gobierno autónomo aparecen estrechamente relacionados con una trama institucional de saqueo de fondos públicos o que los niños andaluces están pasando hambre. Sólo el tiempo nos permitirá establecer con claridad la magnitud del daño que han causado y siguen causando a Andalucía la irresponsable y sospechosa gestión de socialistas y comunistas al frente de este lamentable gobierno bipartito. Y lo cierto es que la corrupción institucionalizada instaurada por el socialismo en Andalucía constituye un ataque frontal a la imagen exterior de nuestra comunidad autónoma, que no merece un presidente como Griñán, responsable por acción u omisión del saqueo del dinero de los parados para beneficiar a familiares y amigos, ni tampoco la complicidad de la coalición de su socio Valderas, que dijo que venía a trabajar por la transparencia y la decencia y que ha acabado dejándose comprar por unas migajas del pastel.

A pesar de que la línea de defensa de socialistas y comunistas es tirar balones fuera, nadie olvida que los ERE falsos, la trama de INVERCARIA y todo el entramado de ayudas sin control se gestaron en San Telmo, en el mismo corazón de la Junta de Andalucía, y que es allí donde hay que buscar, depurar y encausar todas las responsabilidades políticas de un inmenso mecanismo de fraude que ha supuesto, que se conozca hasta ahora, la desaparición de cientos de millones de euros de todos los andaluces.

En el Partido Popular asistimos a este lamentable espectáculo con bochorno y preocupación, pues el deterioro de la imagen de nuestra comunidad es un lastre que nos arrastra a todos por igual y que a todos nos hunde aún más en el profundo pozo de esta crisis económica. Por eso entendemos que la imagen exterior de Andalucía no puede ser el saqueo institucional o que PSOE e IU hayan hecho bandera común del despropósito y el derroche. Andalucía no puede quedar condicionada por quienes están confundido sus intereses y los de su partido o coalición con los de una ciudadanía andaluza que pide gobiernos decentes que administren con rigor los intereses generales y que para eso hizo ganador en las urnas al Partido Popular en las últimas elecciones autonómicas. Lamentablemente, este bipartito PSOE-IU está hasta las cejas metido en el fango, y más pronto que tarde acabarán teniendo que confesar, ellos y sus sindicatos, cuánto ingresaron de los fondos de reptiles y a qué dedicaron ese dinero. Transparencia para todos.