Bien sea porque estamos ya cerca de las elecciones y hay que precaverse contra el gran batacazo, bien sea porque hay llevar a Europa nuestro mejor  modelo de unidad, lo cierto es que hablamos mucho hoy de un gran pacto de Estado, un órdago a la grande que no está exento de  algún susto invisible...

Desde  luego reticencias no faltan de uno y otro lado. Cospedal concede mirando a los tendidos: “Pacto, sí, pero sin  querer volver a las políticas que nos trajeron hasta aquí”. Y Rubalcaba, por su lado, remarca que sería una gran irresponsabilidad no pactar ahora con el Gobierno con la falta que nos hace. Un comentarista político dio al fin con la metáfora:  Rajoy y Rubalcaba se parecen a dos boxeadores sonados.

Durante sus largas trayectorias se han zurrado tanto, han caído tantas veces en la lona que ni fajándose con las cuerdas del cuadrilátero pueden mantenerse en pie.  En realidad debemos aclarar que las políticas que nos han traído hasta aquí no son todas propiamente de inspiración. Y las que impone Bruselas con sus cíclicas vueltas de tuerca tampoco proceden del evangelio de los pobres sino de una derecha antisocial de los mercaderes. Por tanto, veamos cómo nuestros líderes políticos son capaces de ingeniarse una imagen de España en el exterior que no entre en contradicción con lo que se lleva por ahí fuera.  Incoherentemente no voy ahora a oponerme a los pactos después de haberlos pedido tantas veces, pero existe el peligro de que brote de nuevo la voz del l5M. ¿Recuerdan cuando decían que PP y PSOE eran la misma cosa y que ni a unos ni otros representaban?  Vamos a ver qué pasa en Bruselas con una España sin oposición.