Aquel serrín de corcho tan almeriense
Es una pena que despareciera la próspera industria de la barrilería; y que otras industrias actuales como el yeso no tengan un gran negocio auxiliar como aquel de las duelas y los clavos

El autor de la novela Serrín de Corcho, Manuel Martínez-Miras, con unos familiares en la presentación de una delicada obra de tintes almerienses.
No solo era la uva; también era toda la industria auxiliar: los abonos, los fletes, los carreros y los barriles, aquellos antiguos barriles con el género dentro embadurnado de serrín de corcho para su mayor duración. Hubo un tiempo que Almería era una alfombra de serrín con cientos de barrilerías donde, antes del amanecer, ya se oía el golpeteo de los martillos, desde Almería a Ohanes, desde Alhama a Canjáyar. De eso va la historia de Manuel Martínez-Miras, un escritor almeriense que vive en Granada y que vivió por tradición familiar toda esa epopeya de la duela, el clavo y el olor a madera. 'Serrín de corcho’ es el título de una novela de aventuras trenzada en el marco de una época convulsa, de una Almería convulsa, a través de una trama intrigante: un oficial barrilero que emigra y que, durante la singladura, le cuenta su vida y la vida de la ciudad a un ávido escritor.
Tuvo el buen gusto, este Manuel, de contar en la presentación en Unicaja con uno de los mejores prosistas de Almería, Fernando Martínez (Tu nombre con tinta de café), que, seguro, enriqueció la puesta en escena de esta novela tan almeriense, llena de giros autóctonos, de olor a roble, donde flota todo el ambiente de aquellos viejos barrileros que fueron durante más de un siglo la mayor industria de la provincia, desde ese primer profesional que vino de Málaga, Juan Borastero, en el remoto 1838, hasta los años 60 del siglo XX en que empezaron a languidecer los talleres, cuando ya la uva de Ohanes, la bendita grappe almeriense ya no era competitiva en mercados legendarios como el londinense de Covent Garden. Da pena pensar en cómo desapareció aquella tramoya que dio pan a miles y miles de familias en la tierra de los tempranos. Vino el invernadero después del parral y se multiplicaron los réditos de la tierra, pero la industria barrilera y todo ese serrín de corcho que retrata el libro de Martínez-Miras se surmergió en la noche de los tiempos. Ojalá que aprendamos de ese viejo negocio barrilero y podamos sacar algún partido a la posición de Almería como primer exportador de yeso a granel de Europa; por qué no pensar en algún valor añadido, en algún próspero apéndice, como fue la barrilería en los tiempos de la uva.