La Voz de Almeria

Opinión

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Se cuenta que cuando Aldolfo Suárez dimitió de Presidente fueron a ver la caja fuerte de la Moncloa y no encontraron en su interior sino un papel de explicaciones para que el sucesor supiera cómo se abría o se cerraba aquel extraño mecanismo, pero de dinero contante y sonante, ni un real. Lo mismo sucedió en la ascensión de Felipe Gonzälez. Un año antes yo pude comprobar la misma sequía en el Ayuntamiento de Almería al contratarme para el gabinete de prensa con la condición de que no cobraría hasta mucho tiempo después, como así fue. No otra cosa dijeron los del PP cuando los socialistas perdieron las elecciones municipales. Ahora hablamos mucho del mal estado de las administraciones locales. Parece que los dos partidos mayoritarios están por la labor de poner freno al desmadre de la tesorería. Siempre hemos pensado que la democracia dispone de medios correctivos para impedir que un interventor meta mano en la caja y se vaya en avión de Paris  a San Sebastián a ver un partido de fútbol. Pero cuando el que gana la alcaldía fija los sueldos de los concejales y nombra a su interventor la tentación vive arriba como otra seductora Marilyn Monroe. A ver si con la nueva Ley de Régimen Local la ciudadanía aumenta su credibilidad en la ética política de los dirigentes. Por el el momento hasta los inspectores acusan supuestamente al Banco  de España por alterar sus conclusiones de la supervisión a entidades financieras. Sin trasparencia ni responsabilidad desde arriba, mala la cosa para la metástasis de la corrupción que parece no tener límite en esta tierra de María


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