Amigos de la caza
Todos los días de esta contradictoria primavera oigo al alba el animoso piar de un pájaro que ya me resulta familiar. No sé si es que se queja, llama a la hembra, o saluda a la aurora que es lo que dicen los poetas sin demasiado conocimiento de la naturaleza, pero en cualquier caso me resulta todo un espectáculo. A pocos minutos del despertar del pájaro, sube mi gato arañando en la puerta del dormitorio hasta el punto que no me queda mas remedio que abrirle. Tanta exactitud y tanta ternura animal siempre es de agradecer. Si yo entendiera el alma de los gatos hasta podría decir que viene a darme los buenos días. Después de levantarme leo el periódico y compruebo que todavía sigue la polémica monárquica sobre el safari del Rey. Este entretenimiento de los reyes en tiempos de crisis resulta un tanto escandaloso. Bien que allá por el cuaternario los hombres mataran animales por necesidad alimenticia o tal vez en defensa propia, pero el mero placer de liquidar a un elefante, uno de los pocos vestigios que quedan de aquellos tiempos, solo está hoy reservado a los potentados. La tradición nos dice que los reyes de España fueron siempre amigos de la caza. Lo verdaderamente insultante es que nuestro Rey viaje a África a matar elefantes en un momento en que el país está boca abajo. ¿Por qué lo hizo? ¿Por el placer macho de ser el rey de la creación, por amor a la aventura, o por descansar unos días del cansancio de la realeza? A mi lo que me llama la atención es lo distante que vive don Juan Carlos de los movimientos ecologistas y asociaciones protectoras de animales. En este sentido este Borbón está fuera de su tiempo. Claro que por algo lo quiso hacer en secreto. Dicen los biólogos que la vida se mueve entre el azar y la necesidad. Aquí el azar ha vuelto a poner las cosas en su sitio y el Rey ha tenido que pedir perdón, cosa que no ocurre todos los días.