La Voz de Almeria

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Una vez más, la Junta de Andalucía nos obsequia con una infame ocurrencia que atenaza el crecimiento de Almería: definitivamente, la Alcazaba cerrará sus puertas durante las tardes de verano.


Esto no es nuevo. En tiempos de Tomás Azorín, cuando el PSOE lo gobernaba todo en perfecta “conjunción planetaria”, se espió el campo del Poniente con una avioneta dotada de una cámara que fotografiaba las nuevas explotaciones agrícolas, sobre las que se actuaba con toda energía, impidiendo su desarrollo. Ya que el Gobierno no facilitaba los recursos hídricos, la solución fue impedir el consumo de agua.


Retraso en la autovía


Igualmente, tras un largo período de reivindicaciones, se logró eliminar el puente de Rioja y el Cañarete y, así, facilitar el transporte de mercancías agrícolas por carreteras algo más decentes que posibilitaran el acceso a los mercados de destino para vender nuestra primera fuente de riqueza. Luego llegó la A-92 con ¡diez años de retraso! Y el Plan Hidrológico Nacional; sí, el plan que iba a asegurar agua barata y para muchos años, al tiempo que evitaría los destrozos ahora producidos por las crecidas del Ebro en las comarcas de ribera.


En definitiva, ahora, cuando celebramos la presencia de Almería en la Feria Internacional de Turismo (FITUR), aparece la noticia del cierre de la Alcazaba durante las tardes de verano. Y, cómo no, me acuerdo de estrategias similares, tal que las de Azorín: no hay dinero; pues cerramos el principal monumento de la provincia, limitamos la explotación del turismo y espantamos lo que pueda quedar con estas medidas disuasorias.


No es tan importante cerrar la Alcazaba por las tardes. Lo preocupante es tener dirigentes tan inútiles que no han sabido darle contenido y provecho por la mañana, la tarde y la noche.


Ciertamente, para el turismo de cruceros la apertura de la Alcazaba por la tarde no es una opción. No hay tiempo. Los cruceros que amarran en el Puerto de Almería son de paso: atracan de buena mañana y zarpan hacia las siete de la tarde. En definitiva, la visita a la Alcazaba para cruceristas es viable sólo por la mañana; pero, he ahí el problema, la programación mayoritaria de excursiones prevé la visita a la Alhambra.


Almería es a Granada lo que Civitavecchia a Roma, o Livorno a Florencia. Pero no pensemos sólo en clave cruceros. Almería, aun teniendo un puerto envidiable por su imbricación en la ciudad, posee otros accesos al turismo de estío; baste el incremento poblacional durante estas fechas como argumento para fomentar y promover un nutrido programa de actividades en la Alcazaba. El problema no es cerrar las tardes de verano, sino habilitar la Alcazaba como recinto de referencia para actividades culturales: ocio, gastronomía, música, teatro, fotografía, poesía… y las múltiples evocaciones que faculta tan singular recinto.


Un aspecto importante para salir de esta desolada isla, rodeada por un piélago de insensatez, es cambiar el rumbo de la indigencia intelectual de los dirigentes políticos.


Museo del Cine


Las declaraciones del secretario provincial socialista, Sánchez Teruel, me conducen a la profunda y desalentadora desazón: “Si quiero ir al Museo del Cine esta tarde, está cerrado; creo. Si quiero ir a los Aljibes, tengo que pedir cita (…)”. Así, con estos “demoledores” argumentos, se entiende el afán exclusivamente sectario y miserable por desactivar argumentos del rival político en lugar de emprender acciones más productivas.


Tengo que recordarle a José Luis Sánchez Teruel que, cuando menos, gracias a la Cabalgata de Reyes Magos (Ayuntamiento de Almería) muchos almerienses conocen la Alcazaba, aunque sea extramuros. Es con estas acciones con las que hay que prodigarse y dejarse de comparaciones infantiles.


Por este camino vamos a terminar lamentando encontrar cerrado el kiosco Amalia a las cinco de la madrugada después de una dilatada y gintonificante velada de Hendrick’s.


Hay que ser más creativos. Ahí están conspicuos líderes socialistas que pueden alumbrar brillantes ideas. ¿No saben qué hacer con la Alcazaba o el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar? Pues pregunten a Felipe González. Acaba de dejar el Consejo de Doñana y le van a cascar al Parque Nacional de referencia un gasoducto de dieciocho kilómetros. ¡Con dos cojones! O como se diga.


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