Facultad de olvidar
Facultad de olvidar
Puede que uno de los fenómenos más inadvertidos en relación con el periodismo actual sea la extraordinaria fugacidad de los asuntos que merecen derroches tipográficos o copan los minutos de apertura de los telediarios. Cuando los profesores de Redacción Periodística explicaban la insoportable levedad de los titulares de portada, recurrían a la metáfora del pescado de hoy envuelto en el periódico de ayer, cosa que dejaba la autoestima del alevín de periodista tan vidriosa como el ojo de una brótola. Pesquerías al margen, convendría preguntarse hasta qué punto no contribuyen los propios medios a la inmediata evaporación de lo publicado o emitido destacando cuestiones improbables, o, ya que hablamos de peces, infumables bacalás. Supongo que todos ustedes recuerdan el entusiasmo con el que los medios almerienses recogieron el anuncio de la aprobación, por parte de la Junta de Andalucía, de la creación una Facultad de Medicina. A todas luces se trataba de un asunto más ectoplasmático que universitario, porque estábamos ante un nuevo anuncio de esos que no llevan ni presupuesto, ni plazos, ni ninguna de esas concreciones fastidiosas. Pero eso no pareció importar a casi nadie. Y así, cualquiera que hubiera abierto un periódico o sintonizado una emisora al día siguiente podría pensar incluso que los plazos de matrícula estaban ya abiertos. Pero han pasado los meses y no ha cambiado nada. Salvo que ahora la UAL admite que esa Facultad es muy poco probable. Sorprendentemente ahora nadie se incomoda y nadie parece recordar las inminencias anunciadas. ¿Para qué? En estos tiempos, no hay mejor facultad que la del olvido.