Ahora que vuelve a reír la primavera y las banderas victoriosas desfilan al paso alegre del cierre del círculo de la democracia, (Sánchez dixit en Nueva York) estoy esperando que alguien explique qué ventajas trae prendida la noticia del anuncio del traslado de la momia de Franco a otra tumba. Y es que mientras volvemos como burros al trigo de las dos Españas que tanto daño y espanto han causado, un informe del Banco de España -al que casi nadie ha tenido tiempo de hacer caso- dibuja un escenario muy preocupante para el futuro inmediato. En ese trabajo se certifica que la economíaespañola se frena y que caen las previsiones de crecimiento. Además, se avisa de que la desaceleración es mayor que la contemplada inicialmente y que nuestra economía se desinfla. Los indicadores son alarmantes, pero aquí la única preocupación del gobierno, o lo que sea eso que preside el Dr.

Fraude, es que el eje de toda la campaña electoral sea el destino de los huesos de un tipo que lleva muerto ya 45 años. Y naturalmente ya ha habido quienes han entrado al trapo, hablando de profanaciones intolerables y sacando la tizona dialéctica para desmochar a los enemigos de la patria, que era justo lo que esperaban los estrategas del show de la momia: poder presentarse ante la opinión pública como la garantía de las libertades civiles frente a la nostalgia involucionista de la caspa carpetovetónica. Y en ese escenario, el Comandante Falcon y su tripulación están mucho más cómodos que explicando las medidas que están tomando para evitar que la crisis venidera arrase con todo lo que pille, como pasó en 2008 cuando el infausto Zapatero, negó la existencia de la crisis asegurando que España tenía una economía campeona. Pero esta vez podremos soportarla con un recurso eficacísimo: Franco estará fuera del Valle. No se hablará de otra cosa en la cola del INEM.