La Voz de Almeria

Opinión

Jose Fernández
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La otra tarde, apenas un centenar de personas secundó la convocatoria de la Mesa del Ferrocarril para movilizar a la sociedad almeriense contra la birria de conexiones ferroviarias que padecemos aquí desde que usted y yo (que ya vamos teniendo una edad) tenemos memoria. Y no es la primera vez que una llamada de este colectivo recibe como respuesta la incomparecencia de la llamada sociedad civil local, tan poco dada a los movimientos corales. Las cosas son como son y lo cierto es que cada vez son menos los almerienses que se sienten concernidos o interesados por las iniciativas de este colectivo, que ha entrado de lleno en esa fase crepuscular que los más optimistas llaman éxito decreciente.

Es decir, que estamos en ese momento en el que el indeclinable espíritu de resistencia empieza a ser fronterizo con la contumacia. Cuando se repiten los modelos de actuación sin alcanzar el objetivo pretendido, lo prudente es cambiar de modelo, o bien cambiar de objetivo. Pero como el objetivo es tan necesario y tan justo como mejorar la vergonzante realidad ferroviaria de Almería, a lo mejor lo que necesita un cambio es el modelo de actuación. Si un colectivo que tiene a su favor la realidad palmaria de décadas de agravio y desprecio gubernamental no consigue conectar con la sociedad que lo padece, quizás habría que reflexionar si ha sido un acierto orientar su línea de actuación por las vías de la política partidista antes que por la vía social.

La evidente orientación que tomó la Mesa echándose en manos de un PSOE que la nutrió y utilizó a su antojo para hacer megafonismo editorial contra los gobiernos del PP, no sólo la ha hecho perder credibilidad sino que ahora le está suponiendo, además, tragarse la humillante deserción de la tropa socialista, que con su nuevo gobierno ya ni se atreve a contar en voz alta los días sin obras del AVE. O cambian las cosas en la Mesa, o entrarán en una vía de irrelevancia sin marcha atrás.

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