Majaderos
Durante siglos se pensó que nuestro planeta era el centro del Universo y que absolutamente todos los cuerpos celestes orbitaban en torno a nosotros, en una especie de alabanza infinita. Esta idea estaba perfectamente encajada en el creacionismo católico, por lo que fue precisamente la Iglesia la que se encargó de afianzarla, eliminando sin remilgos cualquier pensamiento que contradijera la máxima imperante. Pero, poco a poco, la Ciencia fue sacudiendo la caspa de nuestros hombros con evidencias, hasta que quedó definitivamente establecido un modelo en el que la Tierra quedaba desprovista de cualquier protagonismo en el Universo, pasando a convertirse en una migaja en la inmensidad exterior.
La teoría de un Universo Geocéntrico –con nuestro planeta ocupando un espacio privilegiado–, llevaba asociada, además, la idea de que la Tierra era plana. Pero también ésta fue sepultada por el peso de la razón. Hoy en día, ni los más fundamentalistas exhiben estas ideas como suyas. Desde hace siglos, la Ciencia ha impuesto la cordura en éstas –y otras– cuestiones, y la imagen de un planeta plano quedó desterrada para siempre. O al menos eso es lo que pensábamos hasta que en estos días nos hemos enterado de que los participantes en una reunión llamada Conferencia Internacional de la Tierra Plana se han propuesto demostrar que más allá de los océanos sólo hay hielo, y el infinito. Según las informaciones que nos llegan, esta panda de majaderos está dispuesta a embarcarse en esta “apasionante” aventura que les ha de llevar a demostrar de una vez por todas que los científicos llevan equivocados siglos, que nuestro planeta tiene la forma de un platillo volante, y que la carrera espacial es un burdo montaje de occidente con algún oscuro propósito.
Personalmente, no le doy a este hecho ni la más mínima importancia. Estoy seguro de que ni siquiera los organizadores del evento se creen sus propias teorías. Pero me cabrea que el fin último de todo esto no sea más que el timo a cuatro incautos ignorantes, y que, por el camino, otros cuatro desinformados puedan dar cierta verosimilitud a esta sarta de tonterías. Porque, aunque pueda parecernos mentira, habrá quien termine por inclinarse del lado de la sinrazón, y que, acodado en la barra de cualquier bar un sábado por la noche, termine por decir aquello de “pues a lo mejor es verdad. ¿Tú la has visto desde fuera alguna vez?”.
Así que, una vez más, no nos queda más camino que el de la lectura. Conocer la obra, los hechos y los descubrimientos de los científicos que han construido nuestro conocimiento. Ésa es la única forma de ser libres y de cargarnos de razones contra las paranoias del iluminado de turno.