Joaquín, simplemente, era nuestro Amérigo
La voz inconfundible del deporte en Canal Sur Radio en Almería

Joaquín Amérigo Segura.
La radio es la amiga entrañable que siempre acompaña. La radio era la pasión de un hombre que supo convertir cada retransmisión en un relato vivo, cargado de emoción y cercanía. Ese era mi amigo y periodista Joaquín Amérigo Segura. Amérigo era la voz inconfundible del deporte en Canal Sur Radio en Almería. Un hombre que no regalaba adjetivos aduladores por intereses ocultos. Conquistaba con su palabra, su mensaje. Un hombre sin prisas por contar la historia. Solo buscaba la noticia veraz que ayudará a la audiencia a entender que ocurría en torno al deporte. Huía de generar confusión con su trabajo. Era un profesional, siempre, con los píes en la tierra. Le encantaba el fútbol, adoraba su profesión y la radio por encima de las servidumbres de la producción de TV, y huía de los forofos del micrófono.
Tenía una capacidad innata para analizar personalidades que le permitían jugar con ventaja en la vida. Adoraba los detalles de las historias que permitían a su inmensa memoria tener un retrato perfecto de la historia de la provincia. Su memoria era su arma más poderosa. Una herramienta que ponía al servicio, de forma desinteresada, de quienes disfrutamos de su amistad. Era apasionante escucharle trazar las conexiones vitales de personajes públicos y anónimos (no tanto) con lugares y momentos. Superaba el periodismo deportivo, su pasión y profesión. Amaba leer y analizar la actualidad. El desayuno de los lunes era su momento. Llegaba con el zurrón repleto de detalles de historias del universo de la política, la justicia y la empresa. Era un torrente. Momentos que servían para entender el desarrollo de muchas agendas públicas y privadas.
La personalidad de Joaquín era enorme. Nunca pasaba desapercibido. Su mirada era un gran ecógrafo que traspasaba las cubiertas naturales e hipócritas de aquellas personas que se cruzaban en su camino. Odiaba a aquellos de quienes solo escuchaba quejas desde el confort de un entorno seguro.
Amérigo desplegaba una sonrisa tan fuerte como franca. Era apasionado con su gente: inmensamente protector con los suyos. Los amigos para Amérigo eran intocables. No importaba el tiempo que pasara sin verte. Joaquín siempre sabía … Era cuidadoso y detallista. Su carácter duro, a simple vista un poco cascarrabias, escondía la ternura de quien sabía querer y sentirse querido. Si consideraba que alguien de su gente era objeto de una injusticia, su fuerza se ponía al servicio de la defensa. Su partido era siempre el mismo: el bienestar de los suyos. Un bienestar que reclamaba para todos desde el respeto por los derechos y deberes de todos.
El molino periodístico de Joaquín se ralentizó hace unos años, para bien. El flujo vital que movía sus velas viró hacía su universo personal. Un espacio lleno de equilibrio, paz, pasión, amor y familia. Y es que su única pasión real eran dos mujeres María Pía y Julia. Escucharle hablar de ellas era emocionante. Mencionar sus nombres le cambiaban su rostro. Se sentía arropado de forma infinita por María Pía, su amor. Y perdía el sentido cuando relataba y describía la personalidad de Julía, de quién admiraba su tesón y pasión por alcanzar sus metas.
Dondequiera que estén o lean estas palabras: Joaquín, simplemente, era nuestro Amérigo. Hasta siempre amigo.