...Y desde que te fuiste nada ha vuelto a ser igual...la vida sigue, la rutina diaria continua pero detrás de cada sonrisa, siempre hay una lágrima, un vacío cuando hay algo que celebrar, la soledad cuando algo sale mal.

Todo se resume en que ya no estás. Hace cuatro años ya y parece que fue ayer. El tiempo no cura, el tiempo no borra una herida así. Una se da cuenta de que las palabras parecen calmar el dolor pero no es cierto. La teoría siempre es efectiva pero en la realidad nada funciona.

La realidad es que no estás, que no puedo hablar contigo, no puedo darte un beso ni un abrazo ni decirte lo mucho que te quiero y cuanto te echo de menos.

Es vivir sin pensar, respirar porque es ley de vida, pero es muy duro que no estés. Tú siempre has sido tan fuerte y optimista, nos has dado coraje y energía cuando algo no iba bien, siempre con cariño, con alegría, siempre pensando en positivo, sin quejarte ni cuando estabas enferma, siempre tirando de todos hacia delante...¿y ahora qué? Ahora sólo queda consolarse con frases vacías que no cambian la realidad. La realidad de que no estás, de que me haces mucha falta, de que es muy difícil aceptar que pasan los días y no te voy a volver a ver, ni a darte un beso, ni un abrazo. Aunque siempre es dura una pérdida, tú perdiste a tu madre a una edad lógica. 

Tú te fuiste demasiado pronto, aún tenías mucho que vivir, aún tenías mucho que disfrutar, no es justo.  Siempre se dicen buenas palabras cuando alguien ya no está pero en tu caso es verdad. Todos te queremos mucho porque has sido una mujer muy buena, muy trabajadora, luchadora hasta el último momento,  siempre con mucha alegría y muy cariñosa.

Por eso es imposible olvidarte, es complicado seguir sin ti, siempre falta la persona más importante y especial de nuestras vidas. Una estrella que iluminará el cielo por toda la eternidad. Te quiero Mamá, siempre te llevo en mi corazón.