La Voz de Almeria

Obituarios

Dolores Salazar Moreno

Una vida de 86 años que ha resultado corta

Javier Gutiérrez (Corresponsal en Berja)

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La madrugada del martes 10 de enero, abandonaba este mundo Dolores Salazar Moreno, después de una prolífica y dilatada vida de 86 años, que para los que han tenido el placer de conocerla y tratarla, han resultado pocos. Desde su nacimiento en el pueblo granadino de Albondón, un 9 de agosto de 1925, y su posterior venida a Turón, en la Alpujarra granadina, lugar donde se criaría y pasaría el resto de sus días, esta gran mujer sólo se dedicó a sembrar la alegría y la felicidad entre su familia y conciudadanos. La Guerra Civil truncó sus deseos de haber sido maestra nacional, pero su fina pluma ejerció durante toda su vida como embajadora de su amplia cultura y gusto por el mundo de la lírica. Fueron muchas las personas que la buscaron para que les escribiese una carta a un familiar lejano; un pésame; una arrebatadora poesía para un galán enamorado; una dedicatoria para una boda... Esta gran y elegante dama siempre quiso que su don innato estuviese al alcance de sus vecinos, de su gente, sin distinción alguna. Una de sus últimas composiciones poéticas, este sentido cuarteto, quizá nos sirva, paradojas de la vida, como su postrer epitafio: El día que cierre mis ojos la negra y reseca muerte, que nadie llore por mí, pues por fín llegó mi suerte. Y hoy, en su gran obra, la compilación poética de su vida, aunque ya, desgraciadamente a título póstumo, trabaja su hijo Miguel Milán Salazar, el escritor que ha heredado los genes creativos de una madre que rompió todos los moldes y a la cual, estando ella aún de cuerpo presente, le escribió este emotivo soneto de despedida eterna: Amaneció sin tí. Amaneció sin tí, sin tu dulzura. sin tu eterno candor, sin tu presencia. amaneció sin tí, sin esa esenciaque suele derramar el alma pura. Amaneció sin tí, y esa amargura, que no sabe explicar ninguna ciencia, rebosó mis sentidos de impaciencia pensando que el dolor no tiene cura. Amaneció sin tí, madre querida. la flor que en mi jardin lució mas bella. el angel terrenal que me dió vida. Amaneció sin tí, pero tu estrella en lo mas hondo de mi pecho hendida, brillará para siempre clara y bella. Descansa en paz, madre.

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